El peso de la denuncia social
La película que representará a España en la próxima edición de los Oscar será (este año sí, milagro) la mejor película nacional estrenada en los últimos 12 meses. También la lluvia lleva la firma en la dirección de Icíar Bollaín, y está basada en un libreto de Paul Laverty, habitual guionista de Ken Loach, (referente del cine social europeo).
También la lluvia narra en paralelo dos realidades diegéticas, el rodaje en Bolivia de una película sobre la llegada de Cristóbal Colón a América y la explotación de los indígenas, y la propia película, en una eficaz construcción de cine dentro del cine. Esta doble realidad revela ecos de una injusticia latente, y acaba por colisionar (como no podía ser de otro modo) con el conflicto social que sirve de fondo al film, la Guerra del Agua. La Guerra del Agua es el nombre popular de una serie de protestas con motivo de la privatización del abastecimiento del agua municipal en la ciudad boliviana de Cochabamba.
La denuncia social funciona en tanto que no es un pegote demagógico o tramposo y sí una construcción dramática de envergadura, y dignifican el film una serie de profesionales entregados al proyecto. Entre ellos destaca la banda sonora del compositor Alberto Iglesias y un grupo de intérpretes sobresalientes. Un sorprendente Karra Elejalde en la piel de Colón. Un fundamental Gael García Bernal. Y un Luis Tosar en plena cresta de la ola, con un impulso dramático que apabulla.
Mucha suerte para Icíar Bollaín y su equipo en la carrera de los Oscar.