domingo, 18 de marzo de 2012

Shame (2011)

Vergüenza

Juan Manuel de Prada habla de ‘arte infiernado’ para referirse a Shame dentro de una corriente de arte, y de cine particularmente, que “retrata la vida como un infierno desolado de suplicios sin fin, arte que trae los tormentos propios de la condenación eterna a nuestra andadura terrenal”.  Y habla de arte porque Shame llega a la cartelera bajo el manto de un supuesto cine artístico –como si tal cosa pudiese existir, o como si tal cosa pudiese distinguirse de cualquier otro tipo de cine –, un cine inflado por gente que reconstruye con elucubraciones e interpretaciones dudosas el sentido del film y el de sus protagonistas.

Así visto, es por lo tanto un acierto que el director inglés Steve McQueen, en la que es su segunda película, vacíe de sustancia Shame para que el espectador avezado de cine intelectual –como si tal cosa pudiese existir, o como si tal cosa pudiese distinguirse de cualquier otro tipo de cine – descubra en ella una habilidad narrativa acorde con la emoción que parece latir detrás de sus imágenes. El hastío.

Pues desconozco las intenciones del director, no sé si estamos delante de una película que retrata la angustia de un hombre adicto al sexo, o que simplemente pretende dibujar la angustia de un hombre corriente en los primeros años del siglo XXI. Michael Fassbender interpreta a ese hombre, Brandon, un adulto de buena posición social con un trabajo estable y un apartamento en Nueva York. Al parecer Brandon sufre algo parecido a una obsesión por el sexo. En el film este hecho es representado con la más obvia de las acciones, la masturbación compulsiva, representación tan simple y fácil como pegar un hombre a una botella de alcohol y llamarlo alcohólico.

Pues bien, ese ‘arte infiernado’, del que De Prada habla, ha asumido que no hay vida más allá de esta vida, y que es precisamente en esta vida donde realmente se escenifican los estadios del cielo y del infierno. McQueen sitúa su Shame en un punto próximo a la actitud de Biutiful (Iñárritu, 2010), casualmente el film más afectado y tremendista del año pasado. McQueen se niega a involucrarse en este infierno terrenal dejando a sus protagonistas a merced de un terrible desamparo. El gatillazo y el suicidio son las expresiones más elevadas del fracaso en Shame.

En su segunda película, McQueen demuestra una pereza y una desgana absoluta, primero, escribiendo el guión y, segundo, rodando sus escenas. Más grave aún es este hecho considerando que su anterior película Hunger es, a mi gusto, una auténtica obra maestra, rigurosa formalmente y contundente en materia política. Hunger comparte con Shame productor, director, operador de cámara, guionista y actor protagonista. Por lo tanto hay un misterio terrible detrás de estas dos películas. ¿Dónde han quedado todas las virtudes de Hunger? ¿De dónde han salido los defectos de Shame?

Como es lógico, debido al tema central de la película y al desnudo integral del protagonista Michael Fassbender, la película ha despertado una gran expectación y es una verdadera lástima que tal cantidad de atención mediática quede prendada por un film tan insípido, insustancial y aburrido.


viernes, 9 de marzo de 2012

Lo mejor del 2011

10.- El Topo (Tomas Alfredson)

Tomas Alfredson se siente demasiado cómodo dirigiendo películas tan frías como precisas y tan calculadoras como geniales. Empieza a dar miedo. El director de Let the right one in adapta la novela de John le Carré. En El Topo Gary Oldman encabeza un gabinete de intérpretes de primer nivel capaces de convertir un thriller de espionaje en un cuadro lleno de matices. Y Alberto Iglesias pinta con su brocha fina.

9.- Una separación (Asghar Farhadi)


Una película iraní cercana, emocionante, que modestamente se rinde a la fuerza de un guion sobresaliente y de unas interpretaciones magníficas, especialmente la de Peyman Maadi, la gran interpretación masculina del año, un alarde de contención y emoción. Se llevó con justicia el Oso de Oro en la Berlinale (con galardón para Maadi incluido) y desde entonces ha arrasado en todos los premios a los que ha optado hasta obtener finalmente el Oscar a mejor película en lengua extranjera. Es una película fundamental para quitarse prejuicios hacia el cine iraní.


8.- Hanna (Joe Wright)



Hanna es una película que ha pasado desapercibida para la crítica de cine este año, quizá porque se acomoda fácilmente a las reglas del mainstream. Sin embargo, lo hace con una distinción y una precisión a la hora de ejecutar sus ideas muy poco frecuente en este tipo de cine. Su director, el inglés Joe Wright es un realizador formalista, ecléctico y sí, trabaja para el mainstream norteamericano. Y eso, por mucho que se quiera ver como un defecto, es realmente una virtud. Un Bourne estilizado, con música de The Chemical Brothers y Cate Blanchett de villana en registro autoparódico.

7.- Crazy Stupid Love (Glenn Ficarra)

Crazy Stupid Love es mi comedia romántica favorita de este año. Es divertidísima, ácida y está bien lejos de ser estúpida. Todo el reparto de actores encaja en el puzzle de Steve Carell, y Ryan Gosling se transforma en un fabuloso seductor.

6.- Rango (Gore Verbinski)

Rango es un camaleón carismático y con una personalidad arrolladora (al que da voz un Johnny Depp muy entonado) que va a enfrentarse a su propia aventura. Una nueva reedición del viaje del héroe ambientado en clave de western con homenaje incluido al hombre del poncho. Un peldaño más allá en animación digital para competir con Pixar con resultados visualmente espectaculares. En ella resuenan ecos de George Lucas, y no es casualidad por lo tanto que Rango haya nacido de Industrial Light & Magic, la compañía de efectos especiales que fundó Lucas en 1975.

5.- Melancholia (Lars von Trier)

Melancholia sigue la estela del esplendor visual que alcanzó Anticristo. Vacía de sentido las reglas de un par de géneros, la comedia romántica y el film de catástrofes. Confirma la madurez de Lars von Trier. Y da una nueva muestra de su habilidad para la dirección de actrices con el trabajo central de Kirsten Dunst.

4.- Hugo (Martin Scorsese)


Es una película enormemente ambiciosa, que con nostalgia revisita el pasado a través de una modernidad narrativa y de puesta en cuadro alucinante. Es una película adelantada a su tiempo. Y es también una película mítica porque creo que pasarán los años y Hugo seguirá correteando dentro de nuestra cabeza como si ella fuese la estación de tren de París. La cámara se desplaza con un virtuosismo asombroso. (...) Es una maravilla.

3.- Drive (Nicolas Winding Refn)


Ver y escuchar Drive es una gozada, un placer enorme. El trabajo de luces está diseñado con un cuidado asombroso. El trabajo de sonido es espectacular en su doble vertiente ruidos y música -atención especial al repertorio de temas-. Y el trabajo de cámara, a pesar de lo turbio y lo malsano del fondo del film, es limpio, elegante y sutil. Pocas películas son tan conscientes de saberse un clásico, una obra de culto a la que los amantes del cine deberán rendir religioso tributo. Y con total seguridad, Drive lo es.

2.- Extraterrestre (Nacho Vigalondo)





Extraterrestre es una película insólita y extrañísima que toma el camino más difícil para volver a decir 'Te quiero'. En ella Vigalondo resta gravedad a todo lo grave, a todo lo trascendente. La amenaza de una invasión alienígena saca a flote las cosas que realmente nos intimidan. El sexo. La envidia. Los celos. El amor. Probablemente éste sea el futuro de la comedia romántica española.

1.- El árbol de la vida (Terrence Malick)

Ha sido el acontecimiento cinematográfico del año y, como no podía ser de otra forma, ha llegado rodeado de polémica.  De la quinta película de Terrence Malick admiro 1) su diseño de imagen y sonido de una calidad excelente, 2) su habilidad para explotar emociones genuinas a través de la música, de los actores y de la cámara flotante de Emmanuel Lubezki, 3) su capacidad para movilizar a las masas al cine y recibir un reconocimiento popular a pesar de ser un film completamente a contracorriente y 4) su manera de dinamitar profundamente las convenciones cinematográficas desde dentro de la propia industria.

Este año habrá otras películas que de alguna u otra manera consigan satisfacernos en un sentido más completo que El árbol de la vida, ya sea en términos de concisión, de precisión, o bien películas que optimicen mejor su presupuesto, que nos emocionen, películas que nos hagan reír, que nos hagan vibrar. Pero sólo habrá una que nos desafíe con el arrojo, el ímpetu, la ambición y el entusiasmo de estar presenciando algo único, histórico, bello e irrepetible. El árbol de la vida.

domingo, 4 de marzo de 2012

El Topo (2011)

Tinker Tailor Soldier Spy



Tomas Alfredson se siente demasiado cómodo dirigiendo películas tan frías como precisas y tan calculadoras como geniales. Empieza a dar miedo. Let the right one in era una joya con un corazón enorme aunque escondido bajo hielo. El Topo intuyo que tiene corazón, pero es directamente inaccesible.

Igual de inaccesible e imposible de seguir es la intriga de espionaje que se empeña en relatar. La película es una adaptación de una novela de John le Carré ambientada en la Inglaterra de los años 70. En plena Guerra Fría se sospecha que dentro de la cúpula del servicio secreto de inteligencia inglés se ha infiltrado un espía soviético. Pero al cineasta sueco no parece que la intriga le quite el sueño. Le importa lo mínimo.

Hay una cosa que se llama actores. Y Gary Oldman es uno cojonudo. Él encabeza un gabinete de intérpretes de primer nivel capaces de convertir un thriller de espionaje en un cuadro lleno de matices. Y Alberto Iglesias pinta con su brocha fina.



El hilo invisible (2017)

Para el chico hambriento El artista como loco déspota, la moda como vehículo de apariencias y el amor como enfermedad. ‘Phantom Th...