Las dos primeras películas de Nacho Vigalondo
recaudaron poco dinero en taquilla y, Open
Windows, la tercera, estrenada esta semana, va camino de un resultado
similar. Vigalondo se desenvuelve muy bien con los medios de comunicación y ha
encontrado un público fiel en internet, pero no ha conseguido conectar esa
buena imagen con un éxito en taquilla. De momento sus películas se cuecen en
festivales de segunda y sitios web de
descargas.
Sabiendo eso es un logro que el cineasta cántabro
continúe en su escapada sin mirar atrás, sin preocuparse de mimar al tipo de
público que llena las salas de cine de España. Creo yo que el miedo a que cada
película pueda ser la última hace que Vigalondo exprima y concentre muchas de
sus ideas geniales en Open Windows.
No se contenta con un arranque prometedor y un desarrollo eficaz. Satura el
desenlace de nuevas propuestas. Puede que Vigalondo sea demasiado agresivo en
su puesta en escena. Y es seguro que en el último tercio la trama se retuerce
demasiado.
En la historia conocemos a Nick (Elijah Wood), creador de una página web sobre su actriz
favorita, Jill Goddard (Sasha Grey). Su actividad en esa web llega a ser enfermiza, pues Nick captura y cuelga cualquier
imagen o noticia que encuentra sobre la actriz, casi de manera obsesiva. Esa
noche Nick, después de haber ganado un concurso, por fin tendrá la oportunidad
de conocer a Jill. Nick espera con su ordenador portátil en la habitación del
hotel en el que tendrá lugar la cita. A partir de aquí las cosas se desmadran. El mirón se enfrenta a lo que quiere mirar.
Al igual que con Disturbia
(Caruso, 2007) es obligatorio citar a La
ventana indiscreta de Hitchcock, por las similitudes en el planteamiento y
en la idea inicial, pero lo que en Disturbia
era solo reverencia al maestro, en Open
Windows sirve a Vigalondo para echar a volar, para experimentar con un
trabajo de puesta en escena muy discutible y, por eso mismo, muy aplaudible.
Hagamos recuento. Tercer largometraje de Vigalondo:
tercer triunfo total.
1 comentario:
Sea como fuere, lo cierto es que ahora mismo, fuera de los clásicos (Almodovar...), es el realizador español más reconocido fuera de nuestras fronteras, aunque sea en el mundillo.
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