viernes, 10 de octubre de 2014

Perdida (2014)

La cabeza de mi esposa

9 de noviembre de 2012.- Es medianoche. David Fincher se desploma sobre el sofá de su misteriosa residencia después de un duro día de trabajo. Ojea uno de los muchos libros que se amontonan en la mesa del salón. Una frase le llama la atención. “Cuando pienso en mi esposa siempre pienso en su cabeza”. No es solo una frase. Es la primera frase de “Gone Girl” (Perdida) de Gillyan Flynn. Y Fincher ya sabe que tiene una película por delante. Devora el resto de la novela mientras escucha, de fondo, en la televisión, una vieja reposición de Lo que la verdad esconde (2000). "Qué mal envejece esta película", dice entre dientes. Fundido a negro. 

2 de octubre de 2014.- Estoy a pocos minutos de entrar al pase de prensa de Perdida en Madrid. Finjo que no tengo ningún problema con Ben Affleck, que no me sorprende que protagonice lo nuevo de David Fincher, que no me parece el actor más soso del mundo. Comienza la película. Resulta que en “Perdida” Affleck es Nick Dunne, un escritor fracasado que vive en una casa enorme en el estado de Missouri, junto a su mujer Amy (Rosamund Pike). El día de su quinto aniversario de boda, Nick descubre al llegar a casa que Amy ha desaparecido. Pasan los días y la policía abre una investigación criminal. Nick está tan sereno que parece no afectarle la desaparición de su mujer.

No sabemos si Ben Affleck es un actor terrible o si Nick Dunne finge muy mal porque está ocultando algo. Y en eso la elección de casting no puede ser más acertada ni más perversa: Ben Affleck, ese actor bobalicón con fama de buen chico, y Rosamund Pike, una actriz desconocida (es su primer papel importante de talla internacional), una extraña que nos gana la partida de inicio con su gesto angelical. ¡Caray Fincher! ¡Cómo nos la cuelas! Primera jugada maestra.

Fincher, el director de Seven, El club de la lucha La red social, se ha convertido en un cineasta empeñado en dar con la mentira más grande jamás contada. También en la más entretenida. El timo (o el crimen) perfecto. No hace falta soñar con qué hubiese hecho Hitchcock con Perdida (una historia totalmente hitchcockiana) porque, en el mejor de los casos, sería esto. La dirección de Fincher es tan virtuosa que la película se devora y es una joya del entretenimiento. El trabajo de realización de Fincher no hace más que alimentar la intriga hasta elevarla a un nivel insoportable. Es tan maliciosamente astuta que desborda a la novela original. Y es algo así como (¡arggg!, ¡qué frase!) la sublimación del cine de intriga de sobremesa de cadenas privadas.

Si has leído la novela sabrás que está contada en paralelo desde los puntos de vista en primera persona de Nick y Amy. Si te gustó el libro, te va a gustar la película. Porque no solo es muy fiel a la novela, también captura la sensación que tienes al leerla. La escritora Gillyan Flynn se ha encargado personalmente de adaptar su libro al guión de Perdida, y el resultado es muy riguroso con el material original.

Tiene un problema. No es un problema muy grande porque éste es sin duda uno de los mejores ratos que puedes pasar este año en el cine. Pero tiene un problema. El director es tan meticuloso con la creación de intriga que en el momento en el que ésta se acaba (aproximadamente 20 minutos antes del final) la película parece agotada, exhausta de rendir a un nivel tan alto. Y el romanticismo raro y alocado que se cuela en esos minutos finales (más evidente en el libro) no termina de calar porque seguimos pensando que esto es La gran mentira y amar no es eso.


Nick Dunne solo puede pensar en la cabeza de su mujer. Como Brad Pitt en Seven también piensa en la cabeza de Gwyneth Paltrow. Como Tyler Durden piensa en la de Marla Singer. O como Mark Zuckerberg piensa en la cabeza de la chica que le plantó en una cervecería de Harvard. No hay duda, ésta es una película de Fincher. Como diría Hitchcock, el director es la estrella. Un thriller modélico, ejemplar. El maestro haciendo lo que mejor hace. David Fincher en plena forma.


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