Una oscura historia de semi-violencia
El misterioso y carismático Nikolai, nacido en Rusia, es el chófer de una de las familias más importantes del crimen organizado de Europa Oriental. Encabezada por Semyon, el encantador dueño de un caro restaurante ruso que esconde una naturaleza brutal y fría detrás de su sonrisa, la suerte de la familia se tambalea por culpa de Kirill, su alocado hijo, que hace más caso a Nikolai que a su propio padre. Pero la cautelosa vida de Nikolai cambia de golpe cuando conoce a Anna, una comadrona que trabaja en un hospital de Londres. Anna está muy afectada por la situación en la que se encontraba una adolescente que muere dando a luz, y decide buscar a la familia de la chica basándose en el diario que dejó escrito en ruso. Al escarbar en el diario, Anna desencadena involuntariamente la ira de los mafiosos...
Una pregunta está en el aire, casi una afirmación. ¿La violencia engendra violencia? Y Cronenberg responde con más violencia. El director canadiense David Cronenberg es uno de los principales originarios del denominado horror corporal que explora los miedos humanos ante la transformación corporal y la infección. Pero lejos de esa transformación física Cronenberg y Mortensen mano a mano se han propuesto reinventar el thriller moderno, en 2005 con Una Historia de Violencia y dos años más tarde con Promesas del Este. Durante tres décadas cada cita con el autor de Inseparables, Crash, eXistenZ, o el remake de La Mosca, era una experiencia metacorporal, sin embargo ahora se ha modelizado, pero éso no quiere decir que haya empeorado. Todo lo contrario. A sus 64 años Cronenberg va a más. Y para muestra un botón. La escena en los baños termales es la más extrema batalla cuerpo a cuerpo que recuerdo en la gran pantalla.
Y hay un actor al que le sienta muy bien el traje, y que por fin deja atrás al héroe de El Señor de los Anillos, yo quiero tener sus gafas, quiero tener sus músculos, quiero tener sus tatuajes, quiero moverme como él, mascar como él, quiero ser Viggo Mortensen en Promesas del Este.Y un adverbio que nunca fue mejor utilizado, "enough". ¿Suficiente?