miércoles, 27 de febrero de 2013

Lo mejor del 2012

10.- Holy Motors (Leos Carax) 



Holy Motors podría venir a definirse como una estupenda francesada estrenada en Cannes. Léos Carax, máximo responsable de esta obra, trabaja con un material de alto riesgo en el que valentía y libertad son algo más que simples sustantivos. La confianza en sí mismo, su seguridad y su orgullo le permiten componer un trabajo de escapismo críptico y loco.

9.- El Hobbit (Peter Jackson) 




La vuelta de Peter Jackson a la Tierra Media se erige en un monumento a la manera de contar viejas historias de héroes y mitos. (...) Jackson ha depurado su tiempo narrativo, moldeando una película sin baches ni altibajos rítmicos. Todo forma parte de un mismo regocijo frenético y que parece sin fin. La aventura queda suspendida en nuestra imaginación para vivir en ella el suspiro del alto en el camino. 

8.- Ted (Seth MacFarlane)



El trabajo de Mila Kunis en sus películas es siempre tan natural y sincero que hace que sus compañeros se sientan cómodos dándole réplica. (...) La primera película de Seth MacFarlane es una comedia romántica que maneja un ritmo muy regular de carcajadas y hace verosímil a un personaje increíble, un oso de peluche que cobra vida y anima el cotarro. El humor corrosivo de MacFarlane, cimentado por encima de todo en una agresividad divertidísima hacia la cultura pop, no destiñe ni pierde fuerza en ningún momento de la película.

7.- Argo (Ben Affleck)


Los yanquis tienen la industria más poderosa de cine del mundo. Eso es indiscutible. Y sí, puede que la usen con fines patrióticos y políticos, pero  también es indiscutible que películas como Argo funcionan con una precisión impecable. Alcanza una recreación de los años 70 preciosa (a cargo del operador Rodrigo Prieto) y lleva el impacto de su humor y su tensión al máximo.

6.- Rec 3 (Paco Plaza) 



Una película pequeña de ambición, corta de duración y modesta de presupuesto, REC 3 explota una alegría incontenible, al tiempo que dilapida y bate todo lo que se pone por delante. (...) Es una película para ir al cine a disfrutar, para meter la cabeza dentro del cubo de palomitas y seguir gritando. Y seguir cantando. Gavilán o paloma. Eloise. Un vestido de novia y una motosierra. Horror cañí que nos regala durante 80 minutos una tregua de sincera felicidad.

5.- Prometheus (Ridley Scott) 



El esperado regreso de Scott a la ciencia ficción, nos devuelve al realizador británico en su trabajo más inspirado y espectacular en años. Una propuesta muy interesante en la que el eco de 2001 se hace evidente cuando un tibio Michael Fassbender da vida a una proyección androide gemela de Hal 9000. (...) Elegante trabajo de música, cámara y edición. Invadida por presencias inquietantes, el terror y la emoción de un misterio que no alcanzaremos a comprender.

– Looper (Rian Johnson) 


La máquina del tiempo como solución última para vivir la pasión irreconciliable de volver a descubrirse. Disparando cartuchos de sal se conocen Joe y Sara. Y aunque aún no lo sabe, Joe sería capaz de (re)inventar la máquina del tiempo para volver a reunirse con Ella. Para esconderse en su cobertizo. Para salvarla de sí mismo. (...) Looper es un auténtico éxito para una época necesitada de fenómenos de culto.

– Moonrise Kingdom (Wes Anderson) 


Un niño scout se fuga de su campamento para enamorarse de una Lana del Rey de doce años. (...) Anderson vuelve a la imagen real. Aunque lo hace más cartoon que nunca, desde los planos que sueñan con ser viñetas hasta los personajes retratados en caricaturas que dan brincos solo posibles en un mundo dibujado. (...) Moonrise Kingdom es una oda brillante a una personalísima manera de filmar, a la vez que se presenta como una oportunidad única para llevar a Wes Anderson al lugar que se merece, a  una cima mágica y deliciosa del cine.

– Django desencadenado (Quentin Tarantino)


Como un caballo desbocado llegando a meta, Quentin Tarantino estrena su Django desencadenado, una nueva aventura épica donde se dan cita amor, venganza, revisionismo histórico y, por encima de todo, entusiasmo. Tarantino repite apoyándose en el glorioso actor austriaco Christoph Waltz para vertebrar su película, pero quien desborda por la banda en esta ocasión es Leonardo DiCaprio, en la interpretación más genial que le hayamos visto. DiCaprio es el grimoso dueño de la plantación Candyland en Missisipi, y el dragón que custodia a la princesa en su castillo. El trabajo de luz de Robert Richardson, el guión del propio Tarantino y el repertorio musical son alicientes muy estimulantes para un western extraordinario.
 


– The Master (Paul Thomas Anderson)


En un momento del film, Phoenix se somete a una extraña sesión de hipnosis en la que viaja a través del tiempo y se desmorona una y otra vez delante de la cámara, como un animal que no entiende que esto es sólo una película. (...) Como todas las grandes películas, y ésta sin duda lo es, The Master nos habla sobre lo terrible que es estar solo. Es una película capaz de hacernos creer de nuevo que la Tierra es plana y que comunicarnos, tocarnos y estar juntos será el socorro último para nuestros miedos. 

sábado, 16 de febrero de 2013

Vuestras películas del 2012

Llega la temporada de premios, y en vista de que ni los Goya, ni los Oscar dejarán a nadie satisfecho, pronto habrá que hacer recuento de los mejores títulos que nos dejó el año 2012 y me gustaría invitar a la gente que se pasa por Pingüinos con frecuencia a dejar una relación de las películas que más han gustado este año (pienso por ejemplo en 5), porque las mías las conocéis de sobra. Me las dejáis aquí en comentarios y luego las convertiré en post. Gracias

jueves, 7 de febrero de 2013

Zero Dark Thirty (2012)

Un desafío complicado y una película vibrante


Después de recibir el apoyo de la Academia norteamericana con The Hurt Locker (2008), la directora Kathryn Bigelow afronta su nueva situación de prestigio con un desafío complicado, abordar la investigación de busca y captura del terrorista Osama Bin Laden. Una operación delicada pues fue llevada con una buena dosis de secretismo y hace referencia a un pasado muy reciente. 

Hay que matizar que cuando Bigelow comenzó con la producción de esta película, la noticia del asalto a la residencia de Bin Laden aún estaba por ocurrir. Es decir, en un principio Zero Dark Thirty iba a ser la historia de una obsesión sin resolver, sin clímax final. Sin embargo, los acontecimientos reales cambiaron el rumbo del relato. Y esa escena del asalto recuerda a las secuencias de acción de Aliens (Cameron, 1986), aquella película que casualmente dirigió el marido de Bigelow.

Después de 150 minutos vibrantes de intriga y acción, Zero Dark Thirty se desmarca con un plano final difícil de predecir. En él, el rostro de Jessica Chastain - dando vida a Maya, el personaje que vertebra toda la investigación, subida a un avión que no sabemos dónde podría llevarla (entendemos que completada con éxito su misión, quizá querría volver a casa)-, se empapa de lágrimas. ¿Alivio, felicidad, angustia, miedo?

Una imagen muy parecida sucede en la segunda temporada de Homeland, la serie de televisión de Showtime, con la que Zero Dark Thirty guarda muchos puntos en común. Aunque a diferencia de la película de Bigelow, Homeland no pretende hacer Historia. Zero Dark Thirty tiene un hándicap insalvable. Es una película y jamás se despega de esa condición. Podemos discutir en términos de cómo está tratada la ficción, pero no cabe duda de que se trata de una ficción. Basada en acontecimientos reales y con inquietud realista, sí, pero ficción. La pregunta que surge entonces es necesaria, ¿puede una película funcionar como documento histórico? 

Maya, el personaje central de Zero Dark Thirty, aspira a reflejar el espíritu de los Estados Unidos y todo aquello que les ha llevado a ser la primera potencia del mundo, tal y como muestra una de las escenas del film, en la que vemos como la sombra de Maya se proyecta sobre una bandera estadounidense en un despacho de la CIA. Maya es talentosa, insobornable, trabajadora y jamás se rinde. Difícil reto para Jessica Chastain, que aunque cumple con un trabajo solvente, no puede ocultar que el personaje ha sido dibujado con brocha gorda, de manera tosca y poco sutil.

Otro de los hechos sorprendentes de la película es que Maya no se mueve exclusivamente por motivos profesionales, también hay un factor venganza que deja patente en varias conversaciones con sus compañeros. Además Maya es retratada como una mujer adicta al trabajo, sin familia o amigos, y en ningún momento se nos muestra su hogar. Quizá con su misión completada, ya no haya un hogar al que regresar, y de ahí el desamparo y las lágrimas del plano final. 



El hilo invisible (2017)

Para el chico hambriento El artista como loco déspota, la moda como vehículo de apariencias y el amor como enfermedad. ‘Phantom Th...