martes, 18 de diciembre de 2012

El Hobbit (2012)

Elige la aventura


El mundo ha cambiado. Lo siento en el agua. Lo siento en la tierra. Lo huelo en el aire.

Una década atrás (olvidemos la palabra crisis) la voz misteriosa y virginal de Galadriel prendía la mecha de El señor de los anillos. Lo hacía con el murmullo de un augurio terrible y emocionante. Sin embargo El Hobbit parece la demostración más placentera posible de lo contrario. Nada ha cambiado realmente en este mundo. Seguimos sintiendo una debilidad pasmosa por la aventura y el descubrimiento.

Martin Freeman no es Elijah Wood. Como Bilbo no es Frodo. Allá donde Frodo es un pelele del destino, un héroe por exigencia del guión, Bilbo labra su propio devenir, tiene carácter y toma decisiones personales. Quiere el anillo. Bilbo elige la aventura. Frodo se la encuentra. ¿Los actores? Pues lo mismo. Freeman me encanta.

La vuelta de Peter Jackson a la Tierra Media se erige en un monumento a la manera de contar viejas historias de héroes y mitos, tómese como ejemplo el hallazgo mayúsculo de las montañas que despiertan como Gigantes de piedra, el maravilloso prólogo en el que Bilbo narra la historia del reino de Erebor (que da paso a un nuevo comienzo en La Comarca, igual que ocurriese en La Comunidad del Anillo), el asedio de unas arañas gigantes a la casa de Radagast (a las que solo intuimos, pues nunca las llegamos a ver) o el descubrimiento no casual del valle de Rivendel. Jackson ha depurado su tiempo narrativo, moldeando una película sin baches ni altibajos rítmicos. Todo forma parte de un mismo regocijo frenético y que parece sin fin.

Jackson está dispuesto a repetir la hazaña colosal de El Señor de los Anillos en una nueva trilogía épica probablemente hinchada con motivos comerciales. Pero y eso, ¿qué importa ahora? El ‘Continuará…’ como elemento final redondea aún más si cabe la obra. Nos hace creer que lo mejor está por llegar. Y eso ya es una satisfación en sí misma.

La aventura queda suspendida en nuestra imaginación para vivir en ella el suspiro del alto en el camino.

 

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Holy Motors (2012)

Estupenda y solemne francesada
 
 
En España tenemos la teoría de que los franceses son gente muy orgullosa y muy segura de sí misma. Gente que se siente superior a sus vecinos de arriba y que mira por encima del hombro a sus vecinos de abajo. Gente déspota, elitista y, por supuesto, sofisticada. Que nuestra teoría sobre los franceses sea verdad o mentira es lo de menos, lo cierto es que viendo y escuchando Holy Motors, no pude evitar pensar en todos esos tópicos.
 
Holy Motors podría venir a definirse como una estupenda francesada estrenada en Cannes. Léos Carax, máximo responsable de esta obra, trabaja con un material de alto riesgo en el que valentía y libertad son algo más que simples sustantivos. La confianza en sí mismo, su seguridad y su orgullo le permiten componer un trabajo de escapismo críptico y loco. Valiente y libre. Hasta ahí lo genial. Un hombre que interpreta y vive diferentes vidas y se transporta en una limusina. Una idea estimulante reducida a una estúpida línea.
 
El problema es que los franceses, creemos, no tienen intención alguna de abandonar lo solemne. Incluso una gamberrada divertida y demencial como Holy Motors parece vivir en un cómodo y cálido lugar en el que la élite solemne y sofisticada del cine aplaude casi por subvención.
 
 
 

viernes, 26 de octubre de 2012

Looper (2012)

Vaquero de porcelana


Con referentes estéticos de la talla de Pulp Fiction (1994), El Club de la Lucha (1999) o Unbreakable (2000), Looper es un auténtico éxito para una época necesitada de fenómenos de culto. Su intrincado hilo argumental hará las delicias de los amantes del género de ciencia ficción. Rian Johnson deshace su ovillo de bucles y viajes en el tiempo con una naturalidad pasmosa y un mimo poco habitual y muy cariñoso hacia sus personajes, protagonistas y secundarios.

Encarnado por un entonado Joseph Gordon Levitt, caracterizado y maquillado hasta mutar en un vaquero de porcelana, el joven Joe disfruta de una vida plena de placeres y traumas infantiles. Con una colección de plata bajo una trampilla, y atrapado en su propio temor a la alopecia, aunque Bruce Willis siempre sea un buen exponente, Joe busca a la mujer que salve su vida. Sin saber que no sólo se vive una vez.  

La máquina del tiempo como solución última para vivir la pasión irreconciliable de volver a descubrirse. Disparando cartuchos de sal se conocen Joe y Sara. Y aunque aún no lo sabe, Joe sería capaz de (re)inventar la máquina del tiempo para volver a reunirse con Ella. Para esconderse en su cobertizo. Para salvarla de sí mismo.


martes, 23 de octubre de 2012

Cosmopolis (2012)

Estúpida alegoría sobre el capitalismo
 
Espantoso autobombo al tedio, a la metáfora ridícula. No hay nada auténtico en Cosmopolis. Ni tan siquiera en clave provocadora o satírica. Llevada en volandas por la literatura pedante y pretenciosa de Don DeLillo, actores impostados de renombre europeo como Juliette Binoche y Mathieu Amalric, y una pésima actuación de Robert Pattinson (curiosa forma de desmarcarse de Edward Cullen), Cosmopolis está lista para hacer oposiciones a la película más grimosa de la década.


jueves, 18 de octubre de 2012

Lo imposible (2012)

Un par de puntos sobre la película
 
Con una película tan popular como Lo imposible, que ha logrado levantar una campaña de publicidad impresionante y así se está reflejando en sus resultados en taquilla, sobran las presentaciones. Lejos de pretender por mi parte hacer un diagnóstico detallado de la película dirigida por Juan Antonio Bayona, he de decir que es complicado comentar este tipo de producciones de las que todo el mundo parece tener una opinión al respecto y por lo tanto poco queda que añadir. Aún así me gustaría poder destacar un par de puntos que me resultan interesantes.

Creo que (y eso me gusta) Bayona confía en su equipo de actores (sólido y eficaz, como la película al completo) y en especial en el joven Tom Holland que prácticamente debe aguantar la misma intensidad dramática que dos actores de experiencia ya reconocida como Naomi Watts y Ewan McGregor. Esa confianza la demuestra Bayona en una escena en el hospital con la madre postrada preguntando a su hijo por el aspecto de su pierna herida, en la que Bayona tiene el buen gusto de omitir el inserto de la pierna (imaginamos gangrenada) para confiar en la mirada del chaval. Es el tipo de decisiones en las que se lucen a la par actor y director, y que levantan el vuelo de la película varios puntos.

De hecho Bayona ya nos mostró su buena mano para trabajar con actores infantiles en El Orfanato, su anterior y primera película, que comparte virtudes con Lo imposible. Ambas funcionan de manera asombrosa, incluso emocionante por momentos, acomodándose al género al que pertenecen (la primera el cine de terror y la segunda el cine de catástrofes), y cumpliendo concienzudamente con su manual.

Quizá esto sea lo más irritante del film, sentir que la película está guiada por una estructura y unos recursos (insisto, muy efectivos) mil veces vistos. El más molesto, a mi gusto, aquel en el que los protagonistas están siempre a punto de cruzarse mientras Bayona se recrea en la buena/mala suerte de esta familia.


domingo, 14 de octubre de 2012

Estos americanos

Homeland


Homeland fue probablemente la serie de televisión norteamericana que más prestigio acumuló el año pasado en una primera temporada magnífica, interesantísima y muy audaz. Con el comienzo de su segunda temporada, hace un par de semanas, la serie de Showtime en lugar de acomodarse en su éxito ha arrancado exigiéndose el máximo y ampliando sus límites.

Solo hemos visto dos capítulos pero han sido de diez absoluto, de una tensión alucinante, dos sobresalientes que hacen pensar que esta temporada va a ser aun mejor que la primera, y que Homeland ya es un clásico llamado a perdurar. En apenas un año Homeland se ha convertido en la serie imprescindible del momento para entender la televisión americana y el mundo entero. Y tenemos la obligación de disfrutarla al día porque no puede estar de más actualidad. 

miércoles, 3 de octubre de 2012

Mátalos suavemente (2012)

Killing Them Softly


Me siento en una butaca a ver (y a escuchar) Mátalos suavemente. Dos ideas me vienen a la cabeza. Leer una sinopsis no siempre es garantía de estar preparado. El desconcierto continúa mal pagado. Dos criminales pardillos deciden atracar una partida de cartas y Jackie Cogan (un Brad Pitt estelar de mueca dura y noble) debe acabar con ellos.

Del hiperrealismo de Michael Mann a las elipsis de Antonioni, de la cámara lenta de John Woo a las alucinaciones de Aronofsky, Mátalos suavemente apunta a cine convencional y comercial pero se desborda por momentos que te llevan a lugares extraños e incómodos. También es una película que desliza, de una manera poco sutil, un mensaje sobre la política de Obama en clave continuista de Bush, y sobre la política en general rendida al poder supremo de las grandes corporaciones.

Pero por encima de lecturas políticas hay que celebrar Mátalos suavemente como un pequeño ejercicio de libertad creativa por parte del australiano Andrew Dominik que además somete a todos sus actores a un control de autoexigencia brutal.


sábado, 15 de septiembre de 2012

The Deep Blue Sea (2011)

El humo de su boca 

En una escena de The Deep Blue Sea la cámara recorre el espacio que separa el rostro de perfil de Rachel Weisz del humo que exhala su boca. Esta película es la adaptación de la obra teatral de Terence Rattigan dirigida por el veterano cineasta inglés Terence Davies. The Deep Blue Sea presume de una luz siempre tenue y preciosa, especialmente en las escenas nocturnas, y sumida en una niebla que devora a los actores.
 
Rachel Weisz interpreta a Hester, una mujer que vive en el Londres de los años 50 que se debate entre el amor tierno y cariñoso de William (un juez ya entrado en años y de buena posición social) y el amor apasionado y erótico de Freddie (un joven aviador de la RAF). Un Two Lovers en sentido femenino y con un marcado acento british en el diseño de decorados y vestuarios. Tras los pasos de Hester sobrevuela el fantasma de la Segunda Guerra Mundial en Inglaterra, un paralelismo que se hace evidente en una escena magnífica con Weisz al borde de un andén de tren transformado en abismo y máquina del tiempo que conduce al corazón del blitz
 
The Deep Blue Sea tiene una virtud que se convierte a su vez en defecto, algo que ya le ocurría por ejemplo a La cinta blanca (Haneke, 2009), se mimetiza tan bien con sus protagonistas, adoptando sus características, que sacrifica un disfrute mayor. La película de Davies es, del mismo modo que Hester, fría y reprimida. Dos cualidades que no ayudan a retratar la pasión de este tormentoso romance. Haciendo balance, estamos hablando de una película extraña, pobre de intensidad, iluminada con un gusto fabuloso y con una actriz que parece salida de otra época.
 
 

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Brave (2012)

Domable



En los últimos años Pixar nos ha acostumbrado a medir su éxito no por la redondez de sus obras sino por la altura de las cimas inesperadas e imprevisibles que contienen dentro. Y de acuerdo a esto, Brave es una película menor. El talento de Disney Pixar para la animación sigue intacto tras el trabajo de Brave pero en ella no hay lugar para la sorpresa. El genio de Pixar ha sido domado por la producción anual reciente de Disney. En esta ocasión, la versión española doblada nos trae el mejor aliciente de la película, escuchar la preciosa voz de Russian Red cantando (por fin) en español.
 

sábado, 25 de agosto de 2012

Ted (2012)

La espuma que llevas dentro



¿Hasta qué punto es posible que Mila Kunis mejore a sus compañeros de reparto? Lo hizo con Natalie Portman en Cisne negro, con Justin Timberlake en Con derecho a roce y, lo hace ahora, con Mark Whalberg en Ted. Podría tratarse de tres casos particulares de química positiva entre actores, pero realmente parece que hay algo más detrás, pues no es fácil tener química con un actor como Mark Whalberg. El trabajo de Kunis en sus películas, aunque dentro de un registro muy similar, es siempre tan natural y sincero que hace que sus compañeros se sientan cómodos dándole réplica.

Más allá de Kunis, la primera película de Seth MacFarlane (popular creador y doblador de la serie de animación Padre de familia) es una comedia romántica que maneja un ritmo muy regular de carcajadas y hace verosímil a un personaje increíble, un oso de peluche que cobra vida y anima el cotarro. El humor corrosivo de MacFarlane, cimentado por encima de todo en una agresividad divertidísima hacia la cultura pop, no destiñe ni pierde fuerza en ningún momento de la película.

Entre tanto Ted encuentra varias salidas de tono en forma de cameos que se convierten en momentos descacharrantes con la aparición de un secuestrador grimoso a cargo de Giovanni Ribisi, un Ryan Reynolds homosexual sin mediar palabra alguna, un concierto de Norah Jones, o una fiesta con Flash Gordon de invitado sorpresa.


viernes, 17 de agosto de 2012

Un nuevo reinado

Vértigo se corona

Cada diez años la prestigiosa revista de cine británica Sight & Sound (a mi gusto algo sobrevalorada) elabora una gran encuesta para formar una lista con las 100 mejores (o las más geniales) películas de todos los tiempos. Este mes se han conocido los resultados de la encuesta en la que han participado 846 personas que se dedican profesionalmente al cine, ya sea como críticos, académicos, programadores o distribuidores. La gran novedad de la nueva lista es que, rompiendo un reinado de cinco décadas, Vértigo de Alfred Hitchcock ha logrado destronar al Ciudadano Kane de Orson Welles.

No sé si se debe a un determinado cambio en el canon, lo cierto es que la película de Hitchcock se encuentra más viva y con mayor vigencia cada año que pasa y su influencia en el cine de este nuevo siglo es poderosísima. De esta manera confieso una alegría enorme al descubrir que una de las películas que más me emocionan y me inquietan de este mundo ha logrado encaramarse a la cima de esta encuesta.

De entre las 100 películas seleccionadas he escogido mis diez favoritas. Creo que son diez películas indispensables para entender el cine y para disfrutarlo. Animo de igual manera a todo el mundo a echar un vistazo a la lista completa en la página web de la revista. Es interesante conocer los gustos personales de cada uno de los encuestados.

1-    (1) VÉRTIGO (Hitchcock, 1958)
2-    (7) CENTAUROS DEL DESIERTO (Ford, 1956)
3-    (14) APOCALYPSE NOW (Coppola, 1979)
4-    (25) IN THE MOOD FOR LOVE (Wong, 2000)
5-    (28) MULHOLLAND DRIVE (Lynch, 2001)
6-    (29) STALKER (Tarkovsky, 1979)
7-    (32) TAXI DRIVER (Scorsese, 1976)
8-    (76) EL ECLIPSE (Antonioni, 1962)
9-    (78) ÉRASE UNA VEZ EN EL OESTE (Leone, 1968)
10- (83) EL ESPÍRITU DE LA COLMENA (Erice, 1973)

lunes, 13 de agosto de 2012

Prometheus (2012)

Una cesárea para recordar



En una escena inolvidable, por bestial y salvaje, de Alien (Scott, 1979) el monstruo atraviesa el estómago de uno de los tripulantes de la nave Nostromo y el género de ciencia ficción sufre un vuelco genial. Ese momento destroza las aspiraciones intelectuales y filosóficas del 2001 de Kubrick (su gran precedente) para hundir a la película de Ridley Scott en una pesadilla física y carnal. La escena tiene una réplica muy similar en esta atípica precuela que es Prometheus, cuando la doctora Elisabeth Shaw ingresa en el interior de una cápsula de cirugía para realizarse una accidentada cesárea y de nuevo asistimos a un parto sangriento y doloroso. Con esta escena, la más potente de la nueva película, Noomi Rapace recoge el testigo de Sigourney Weaver y toma las riendas como protagonista estelar del film.

Mucho se ha especulado sobre la conexión de Prometheus con Alien, la magnífica obra maestra de Scott. Pues bien el film es una precuela pero como ya digo de una manera atípica y poco común. No sólo por su elegante trabajo de cámara y edición (en eso Scott es una garantía), sino porque además las alusiones a Alien son, aunque apetitosas, esparcidas con cuenta gotas. En este sentido Prometheus goza de una independencia prácticamente total, y abre vía a una posible nueva franquicia.

Aunque lejos del milagro de Alien, y demasiado ambicioso en su búsqueda de trascendencia cósmica, Prometheus, el esperado regreso de Scott a la ciencia ficción, nos devuelve al realizador británico en su trabajo más inspirado y espectacular en años. Una propuesta muy interesante en la que (por primera vez en Scott) el eco de 2001 se hace evidente cuando un tibio Michael Fassbender da vida a una proyección androide gemela de Hal 9000 y conecta el mito de Prometeo con la propia Historia del cine.


lunes, 30 de julio de 2012

The Dark Knight Rises (2012)

Espectacular cierre a la trilogía




The Dark Knight Rises, como bien indica su propio título, reincide en la fórmula exitosa de sus dos entregas anteriores, aunque sin el efecto imprevisible, genial y traumático del Joker de Heath Ledger. En su regreso del ostracismo al que él mismo se condenó, Batman debe hacer frente a un nuevo villano, el Bane al que da vida Tom Hardy, que amenaza con destruir el sistema socioeconómico de Gotham. Esta parece una estrategia muy oportuna al calor de los movimientos revolucionarios que se han desatado en la actualidad ante la desconfianza política y financiera.

El gigantismo de la propuesta y del tono, lejos de ser una virtud, infecta la película de una grandilocuencia irritante. Sin embargo es innegable el talento de su realizador Christopher Nolan para la dirección de actores, capaz de extraer de todos ellos –la Warner ha armado un equipo de intérpretes sensacional y acertadísimo, todo hay que decirlo– trabajos muy dignos que salvan a la película de un ridículo grande.

Nolan culmina con The Dark Knight Rises más de siete horas de un entretenimiento y un espectáculo a prueba de bombas, tan condescendiente como ambicioso. Y la entrega final está a la altura de las expectativas. Nolan, con todas sus limitaciones –especialmente para las secuencias de acción y el empleo de la música–, ha conseguido salir airoso de una película inflada de grandilocuencia y épica. Aplauso fuerte y a descansar.


lunes, 23 de julio de 2012

The Amazing Spiderman (2012)

The Amazing Piscinazo




Reiniciar la saga de Spiderman tan solo diez años después de que lo hiciese Sam Raimi es o bien un acto de valentía o bien un acto de idiotez. Primero de todo, y sin que por ello suene a veredicto prematuro, esta nueva versión de los orígenes de Spiderman es absolutamente prescindible.

Partiendo de esa conclusión, ¿qué aporta la película de Marc Webb? Aporta pocas cosas y ninguna de ellas interesante. Es cierto que confirma que Andrew Garfield y Emma Stone –Peter Parker y su primer amor de instituto, respectivamente– son dos buenos actores, que funcionan muy bien juntos, pero eso ya lo suponíamos. También el guión matiza algunos momentos determinantes de la infancia y la adolescencia de Parker y su transformación en Spiderman. Además de que en esta nueva versión Parker es un skater y escucha a Coldplay.

Conociendo el historial de Webb –responsable de 500 días juntos – no es de extrañar que el gran atractivo de la película fuera descubrir cómo se desenvuelve Parker con las chicas en los pasillos del instituto. Y de uno de los encuentros entre clases y frente a las taquillas entre Garfield y Stone, a poco más de media hora del comienzo de la película, surge entre titubeos, tartamudeos y frases entrecortadas, una propuesta de cita peculiar y muy poco concreta, que se convierte en el único clímax genuino de la película.



domingo, 8 de julio de 2012

El Piloto de 'Breaking Bad'

Como una cerilla que se ahoga en la piscina


Anoche embutido en mi aburrimiento decidí saldar una tarea que tenía pendiente desde hace algún tiempo. Anoche vi el episodio piloto de Breaking Bad. Quizá fue por el simple hecho de que me ilusiono con facilidad o quizá sencillamente porque consiguió sacarme con una sonora bofetada de mi aburrimiento, pero el caso es que sentí un entusiasmo enorme hacia esta serie.

Los comienzos en una serie nunca son fáciles. Los personajes nos son ajenos y extraños. Los escenarios nos resultan lejanos y distantes. Los actores todavía no se encuentran cómodos. Y nadie, ni los espectadores ni los responsables de la serie, saben a ciencia cierta cuál será el futuro de su trabajo, de tal modo que lo común y lo habitual es andar con pies de plomo.

Sin embargo nada de esto sucede con el episodio inicial de Breaking Bad. La serie de AMC entra a saco desde el primer minuto. Con la precisión y la contundencia propia de una obra que va a ser exhibida en la pantalla gigantesca de un cine. Con la luz y la cámara de John Toll, el operador de maravillas como Braveheart (Gibson, 1995) o La delgada línea roja (Malick, 1998). Y con un actor perfectamente consciente de que va a hacer algo muy grande. Con esa mirada triste y cobarde a la vez que valiente y decidida.

La historia de este episodio piloto es la tragedia de un hombre corriente ante su destino. Suena a Grecia clásica pero no hay nada ampuloso. Walter White es un profesor de química al que diagnostican cáncer de pulmón terminal inoperable. Le restan dos años de vida y en ese tiempo planea dejar una enorme herencia a su mujer embarazada y a su hijo retrasado para que puedan vivir cómodamente cuando él no esté. La idea es fabricar metanfetaminas con la ayuda de sus conocimientos de química y de un exalumno camello. 

A partir de ahí ya llega la mujer del vestido verde, la mancha de mostaza en la bata del doctor y la cerilla que se ahoga en la piscina. Si como yo aún queda algún rezagado que no haya dado una oportunidad a esta serie, éste es el momento. Ya solo el episodio uno merece la pena. 46 minutos que recomiendo ver y escuchar en alta definición, para disfrutar completamente.

Siento haber tardado tanto en entrar en Breaking Bad, pero ahora que estoy dentro prometo que no me van a sacar ni a tortas.

jueves, 5 de julio de 2012

X-Men First Class (2011)

El salto a una gran producción



Con motivo del estreno próximo de la nueva película de Spiderman dirigida por Marc Webb, quiero comentar el reciente trabajo de otro director nacido en la década de los 70. Es Matthew Vaughn. El caso es que las trayectorias de Vaughn y Webb son bien parejas.

Ambos han pasado de triunfar en taquilla con un presupuesto relativamente bajo por debajo de los 30 millones de dólares a estar terriblemente exigidos al frente de una superproducción de más de 150 millones de dólares. Y ambos han pasado de hacer una película indie-moderna-subversiva-pop –Kick Ass (Vaughn, 2009) y 500 días juntos (Webb, 2008)– a narrar el origen de dos mitos de Marvel –X Men First Class (Vaughn, 2011) y The Amazing Spiderman (Webb, 2012)–. ¿Cómo les sentará el salto?

X–Men First Class es una buena película, nadie discute eso. Entre otras cosas porque Vaughn es un profesional muy solvente y porque tiene a dos estrellas masculinas que aguantan el peso de la película como James McAvoy y Michael Fassbender. El problema es que en ningún momento pretende salirse de lo estrictamente rutinario. La dirección de Vaughn es siempre correcta, pero debemos exigir algo más que un simple entretenimiento sobrio. Se nota mucho la mano de Bryan Singer desde la producción. ¿Entonces para qué contratar a un realizador como Vaughn?

Queremos subversión, nuevos iconos, nuevas referencias, diversión y vértigo. Confío que todo eso nos lo pueda traer (haciendo honor a su nombre) el The Amazing Spiderman de Marc Webb. Pronto lo sabremos.


lunes, 2 de julio de 2012

Moonrise Kingdom (2012)

El amor es una isla









El primer beso de amor (y el segundo, y el tercero) en una pequeña cala. Y un baile con un tema pop fracés de Francoise Hardy. ¿Cómo se pinta una escena de amor?

Un niño scout se fuga de su campamento para enamorarse de una Lana del Rey de doce años. Ésta podría ser la línea que traza el argumento de Moonrise Kingdom o la línea que define el carácter del señor que la dirige. Wes Anderson, por mucho que lo niegue, está atrapado por su infancia. Y el trabajo con niños es el gran paso adelante de Anderson en Moonrise Kingdom. En ella los adultos –un reparto de estrellas espectacular, por cierto– son meras comparsas. Incapaces de tomar las riendas, de asumir el control y de ejercer su responsabilidad.

Después de probar suerte en la animación por stop motion de la notable Fantastic Mr. Fox Anderson vuelve a la imagen real. Aunque lo hace más cartoon que nunca, desde los planos que sueñan con ser viñetas hasta los personajes retratados en caricaturas que dan brincos solo posibles en un mundo dibujado.

La séptima película de Wes Anderson es, de nuevo, una oda brillante a una personalísima manera de filmar, a través del travelling lateral y de la composición en simetría. El estilo seña de identidad de Anderson ha sido tachado de arrogante, artificial, frío y calculador. Curiosa forma de hacer inventario. Curiosa forma de describir una obra maestra.

Moonrise Kingdom hubiese sido una preciosa Palma de Oro de no ser por el antiamericanismo confeso del presidente del Jurado, el señor Nanni Moretti. Una lástima y una estupidez tan grande como perderse esta deliciosa película.


miércoles, 16 de mayo de 2012

jueves, 19 de abril de 2012

Extraterrestre (2011)

Un tarro de melocotones en almíbar

Y qué pasa si mañana llega el fin del mundo. Si una invasión alienígena despliega sus tropas sobre el planeta Tierra. Si los mayas tenían razón con aquello del 2012. ¿Y qué pasa si el fin del mundo nos pilla en calzoncillos y en un pisito de Lavapiés?

En Extraterrestre el fin del mundo se reduce a Julián Villagrán, Michelle Jenner, Raúl Cimas, Carlos Areces y un tarro de melocotones en almíbar. Al menos uno de los cinco está de más. Al menos uno de los cinco viene de otro planeta. No encuentra su lugar. No encaja en el puzzle. Extraterrestre es emocionante porque utiliza un humor casi imposible. El humor de lo cotidiano en la situación inverosímil.

Extraterrestre es una película insólita y extrañísima que toma el camino más difícil para volver a decir 'Te quiero'. En ella Nacho Vigalondo, cineasta y personaje tróspido y genial, resta gravedad a todo lo grave, a todo lo trascendente. La amenaza de una invasión alienígena saca a flote las cosas que realmente nos intimidan. El sexo. La envidia. Los celos. El amor. Probablemente éste sea el futuro de la comedia romántica española.



En Extraterrestre un enorme platillo volante sobrevuela la ciudad de Madrid y Julio amanece en la cama de Julia como si ambos fuesen completos desconocidos. No saben nada el uno del otro.

Al caer la noche Julio observa ensimismado en la pantalla de la televisión cómo duerme Julia. Ella parece una mujer de otra especie, venida de otro mundo. Lo extraordinario es aquello que duerme en la habitación de al lado y no el apocalipsis urbano que se ha formado a su alrededor. De pronto, los extraterrestres nos importan un bledo.



martes, 10 de abril de 2012

[•REC]³ Génesis (2012)

Horror cañí


Una película pequeña de ambición, corta de duración y modesta de presupuesto, REC 3 explota una alegría incontenible, al tiempo que dilapida y bate todo lo que se pone por delante. Sus predecesoras, dos éxitosas, arriesgadas y sobresalientes películas amortizaban un reto de puesta en cuadro que consistía en rodar siempre, todo, con cámaras que pertenecen al propio marco del film. El género que utilizaban REC y REC 2 era el falso documental infectado de terror y la acidez propia de la comedia con más mala leche del mundo –que bien podría ser cualquiera de las de Azcona y Berlanga–.

REC 3 arranca con el vídeo casero de una boda y acaba con un banquete de zombies. A los 20 minutos abandona el truco de la cámara en primera persona, de la cámara como protagonista del film, para dar el salto a la narración omnisciente. Del 'Grábalo todo, por tu puta madre' de Manuela Velasco al 'Apaga la cámara' de Diego Martín. Este es otro juego. Adiós a la restricción formal que regía las dos primeras películas. Si bien estas dos películas anteriores funcionaban perfectamente en una doble sesión con una misma personalidad, con continuidad en la narración, REC 3 es capítulo aparte. Es otra cosa. Da el salto a nuevos géneros. Le parte la cara a otros. Del terror a la comedia gamberra, pasando por el gore, el musical y el drama romántico.

REC 3 no es 'Una de zombies' como quien dice. Es una película para ir al cine a disfrutar, para meter la cabeza dentro del cubo de palomitas y seguir gritando. Y seguir cantando. Gavilán o paloma. Eloise. Un vestido de novia y una motosierra. Horror cañí que nos regala durante 80 minutos una tregua de sincera felicidad.



domingo, 18 de marzo de 2012

Shame (2011)

Vergüenza

Juan Manuel de Prada habla de ‘arte infiernado’ para referirse a Shame dentro de una corriente de arte, y de cine particularmente, que “retrata la vida como un infierno desolado de suplicios sin fin, arte que trae los tormentos propios de la condenación eterna a nuestra andadura terrenal”.  Y habla de arte porque Shame llega a la cartelera bajo el manto de un supuesto cine artístico –como si tal cosa pudiese existir, o como si tal cosa pudiese distinguirse de cualquier otro tipo de cine –, un cine inflado por gente que reconstruye con elucubraciones e interpretaciones dudosas el sentido del film y el de sus protagonistas.

Así visto, es por lo tanto un acierto que el director inglés Steve McQueen, en la que es su segunda película, vacíe de sustancia Shame para que el espectador avezado de cine intelectual –como si tal cosa pudiese existir, o como si tal cosa pudiese distinguirse de cualquier otro tipo de cine – descubra en ella una habilidad narrativa acorde con la emoción que parece latir detrás de sus imágenes. El hastío.

Pues desconozco las intenciones del director, no sé si estamos delante de una película que retrata la angustia de un hombre adicto al sexo, o que simplemente pretende dibujar la angustia de un hombre corriente en los primeros años del siglo XXI. Michael Fassbender interpreta a ese hombre, Brandon, un adulto de buena posición social con un trabajo estable y un apartamento en Nueva York. Al parecer Brandon sufre algo parecido a una obsesión por el sexo. En el film este hecho es representado con la más obvia de las acciones, la masturbación compulsiva, representación tan simple y fácil como pegar un hombre a una botella de alcohol y llamarlo alcohólico.

Pues bien, ese ‘arte infiernado’, del que De Prada habla, ha asumido que no hay vida más allá de esta vida, y que es precisamente en esta vida donde realmente se escenifican los estadios del cielo y del infierno. McQueen sitúa su Shame en un punto próximo a la actitud de Biutiful (Iñárritu, 2010), casualmente el film más afectado y tremendista del año pasado. McQueen se niega a involucrarse en este infierno terrenal dejando a sus protagonistas a merced de un terrible desamparo. El gatillazo y el suicidio son las expresiones más elevadas del fracaso en Shame.

En su segunda película, McQueen demuestra una pereza y una desgana absoluta, primero, escribiendo el guión y, segundo, rodando sus escenas. Más grave aún es este hecho considerando que su anterior película Hunger es, a mi gusto, una auténtica obra maestra, rigurosa formalmente y contundente en materia política. Hunger comparte con Shame productor, director, operador de cámara, guionista y actor protagonista. Por lo tanto hay un misterio terrible detrás de estas dos películas. ¿Dónde han quedado todas las virtudes de Hunger? ¿De dónde han salido los defectos de Shame?

Como es lógico, debido al tema central de la película y al desnudo integral del protagonista Michael Fassbender, la película ha despertado una gran expectación y es una verdadera lástima que tal cantidad de atención mediática quede prendada por un film tan insípido, insustancial y aburrido.


viernes, 9 de marzo de 2012

Lo mejor del 2011

10.- El Topo (Tomas Alfredson)

Tomas Alfredson se siente demasiado cómodo dirigiendo películas tan frías como precisas y tan calculadoras como geniales. Empieza a dar miedo. El director de Let the right one in adapta la novela de John le Carré. En El Topo Gary Oldman encabeza un gabinete de intérpretes de primer nivel capaces de convertir un thriller de espionaje en un cuadro lleno de matices. Y Alberto Iglesias pinta con su brocha fina.

9.- Una separación (Asghar Farhadi)


Una película iraní cercana, emocionante, que modestamente se rinde a la fuerza de un guion sobresaliente y de unas interpretaciones magníficas, especialmente la de Peyman Maadi, la gran interpretación masculina del año, un alarde de contención y emoción. Se llevó con justicia el Oso de Oro en la Berlinale (con galardón para Maadi incluido) y desde entonces ha arrasado en todos los premios a los que ha optado hasta obtener finalmente el Oscar a mejor película en lengua extranjera. Es una película fundamental para quitarse prejuicios hacia el cine iraní.


8.- Hanna (Joe Wright)



Hanna es una película que ha pasado desapercibida para la crítica de cine este año, quizá porque se acomoda fácilmente a las reglas del mainstream. Sin embargo, lo hace con una distinción y una precisión a la hora de ejecutar sus ideas muy poco frecuente en este tipo de cine. Su director, el inglés Joe Wright es un realizador formalista, ecléctico y sí, trabaja para el mainstream norteamericano. Y eso, por mucho que se quiera ver como un defecto, es realmente una virtud. Un Bourne estilizado, con música de The Chemical Brothers y Cate Blanchett de villana en registro autoparódico.

7.- Crazy Stupid Love (Glenn Ficarra)

Crazy Stupid Love es mi comedia romántica favorita de este año. Es divertidísima, ácida y está bien lejos de ser estúpida. Todo el reparto de actores encaja en el puzzle de Steve Carell, y Ryan Gosling se transforma en un fabuloso seductor.

6.- Rango (Gore Verbinski)

Rango es un camaleón carismático y con una personalidad arrolladora (al que da voz un Johnny Depp muy entonado) que va a enfrentarse a su propia aventura. Una nueva reedición del viaje del héroe ambientado en clave de western con homenaje incluido al hombre del poncho. Un peldaño más allá en animación digital para competir con Pixar con resultados visualmente espectaculares. En ella resuenan ecos de George Lucas, y no es casualidad por lo tanto que Rango haya nacido de Industrial Light & Magic, la compañía de efectos especiales que fundó Lucas en 1975.

5.- Melancholia (Lars von Trier)

Melancholia sigue la estela del esplendor visual que alcanzó Anticristo. Vacía de sentido las reglas de un par de géneros, la comedia romántica y el film de catástrofes. Confirma la madurez de Lars von Trier. Y da una nueva muestra de su habilidad para la dirección de actrices con el trabajo central de Kirsten Dunst.

4.- Hugo (Martin Scorsese)


Es una película enormemente ambiciosa, que con nostalgia revisita el pasado a través de una modernidad narrativa y de puesta en cuadro alucinante. Es una película adelantada a su tiempo. Y es también una película mítica porque creo que pasarán los años y Hugo seguirá correteando dentro de nuestra cabeza como si ella fuese la estación de tren de París. La cámara se desplaza con un virtuosismo asombroso. (...) Es una maravilla.

3.- Drive (Nicolas Winding Refn)


Ver y escuchar Drive es una gozada, un placer enorme. El trabajo de luces está diseñado con un cuidado asombroso. El trabajo de sonido es espectacular en su doble vertiente ruidos y música -atención especial al repertorio de temas-. Y el trabajo de cámara, a pesar de lo turbio y lo malsano del fondo del film, es limpio, elegante y sutil. Pocas películas son tan conscientes de saberse un clásico, una obra de culto a la que los amantes del cine deberán rendir religioso tributo. Y con total seguridad, Drive lo es.

2.- Extraterrestre (Nacho Vigalondo)





Extraterrestre es una película insólita y extrañísima que toma el camino más difícil para volver a decir 'Te quiero'. En ella Vigalondo resta gravedad a todo lo grave, a todo lo trascendente. La amenaza de una invasión alienígena saca a flote las cosas que realmente nos intimidan. El sexo. La envidia. Los celos. El amor. Probablemente éste sea el futuro de la comedia romántica española.

1.- El árbol de la vida (Terrence Malick)

Ha sido el acontecimiento cinematográfico del año y, como no podía ser de otra forma, ha llegado rodeado de polémica.  De la quinta película de Terrence Malick admiro 1) su diseño de imagen y sonido de una calidad excelente, 2) su habilidad para explotar emociones genuinas a través de la música, de los actores y de la cámara flotante de Emmanuel Lubezki, 3) su capacidad para movilizar a las masas al cine y recibir un reconocimiento popular a pesar de ser un film completamente a contracorriente y 4) su manera de dinamitar profundamente las convenciones cinematográficas desde dentro de la propia industria.

Este año habrá otras películas que de alguna u otra manera consigan satisfacernos en un sentido más completo que El árbol de la vida, ya sea en términos de concisión, de precisión, o bien películas que optimicen mejor su presupuesto, que nos emocionen, películas que nos hagan reír, que nos hagan vibrar. Pero sólo habrá una que nos desafíe con el arrojo, el ímpetu, la ambición y el entusiasmo de estar presenciando algo único, histórico, bello e irrepetible. El árbol de la vida.

El hilo invisible (2017)

Para el chico hambriento El artista como loco déspota, la moda como vehículo de apariencias y el amor como enfermedad. ‘Phantom Th...