lunes, 2 de julio de 2012

Moonrise Kingdom (2012)

El amor es una isla









El primer beso de amor (y el segundo, y el tercero) en una pequeña cala. Y un baile con un tema pop fracés de Francoise Hardy. ¿Cómo se pinta una escena de amor?

Un niño scout se fuga de su campamento para enamorarse de una Lana del Rey de doce años. Ésta podría ser la línea que traza el argumento de Moonrise Kingdom o la línea que define el carácter del señor que la dirige. Wes Anderson, por mucho que lo niegue, está atrapado por su infancia. Y el trabajo con niños es el gran paso adelante de Anderson en Moonrise Kingdom. En ella los adultos –un reparto de estrellas espectacular, por cierto– son meras comparsas. Incapaces de tomar las riendas, de asumir el control y de ejercer su responsabilidad.

Después de probar suerte en la animación por stop motion de la notable Fantastic Mr. Fox Anderson vuelve a la imagen real. Aunque lo hace más cartoon que nunca, desde los planos que sueñan con ser viñetas hasta los personajes retratados en caricaturas que dan brincos solo posibles en un mundo dibujado.

La séptima película de Wes Anderson es, de nuevo, una oda brillante a una personalísima manera de filmar, a través del travelling lateral y de la composición en simetría. El estilo seña de identidad de Anderson ha sido tachado de arrogante, artificial, frío y calculador. Curiosa forma de hacer inventario. Curiosa forma de describir una obra maestra.

Moonrise Kingdom hubiese sido una preciosa Palma de Oro de no ser por el antiamericanismo confeso del presidente del Jurado, el señor Nanni Moretti. Una lástima y una estupidez tan grande como perderse esta deliciosa película.


2 comentarios:

Trecce dijo...

Si la canción con la que bailan es de Francoise Hardy, está claro que Anderson está anclado en la infancia.
Ahora bien, aplaudo su buen gusto en lo que al sexo opuesto se refiere (por lo de la Hardy, claro).

Víctor E. Blanco dijo...

La niña protagonista va siempre pegada a un tocadiscos portátil, su disco favorito es uno de Hardy y lo escucha obsesivamente.

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