El salto a una gran producción
Con motivo del estreno próximo de la nueva película de Spiderman dirigida por Marc Webb, quiero
comentar el reciente trabajo de otro director nacido en la década de los 70. Es
Matthew Vaughn. El caso es que las
trayectorias de Vaughn y Webb son bien parejas.
Ambos han pasado de
triunfar en taquilla con un presupuesto relativamente bajo por debajo de los 30
millones de dólares a estar terriblemente exigidos al frente de una
superproducción de más de 150 millones de dólares. Y ambos han pasado de hacer
una película indie-moderna-subversiva-pop –Kick
Ass (Vaughn, 2009) y 500 días juntos (Webb, 2008)– a narrar el origen de dos mitos de Marvel –X Men First Class (Vaughn, 2011) y The Amazing Spiderman (Webb, 2012)–.
¿Cómo les sentará el salto?
X–Men First Class es una buena película, nadie discute eso.
Entre otras cosas porque Vaughn es un profesional muy solvente y porque tiene a
dos estrellas masculinas que aguantan el peso de la película como James McAvoy
y Michael Fassbender. El problema es que en ningún momento pretende salirse de
lo estrictamente rutinario. La dirección de Vaughn es siempre correcta, pero
debemos exigir algo más que un simple entretenimiento sobrio. Se nota mucho la mano
de Bryan Singer desde la producción. ¿Entonces para qué contratar a un
realizador como Vaughn?
Queremos subversión,
nuevos iconos, nuevas referencias, diversión y vértigo. Confío que todo eso nos
lo pueda traer (haciendo honor a su nombre) el The Amazing Spiderman de
Marc Webb. Pronto lo sabremos.
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