jueves, 7 de febrero de 2013

Zero Dark Thirty (2012)

Un desafío complicado y una película vibrante


Después de recibir el apoyo de la Academia norteamericana con The Hurt Locker (2008), la directora Kathryn Bigelow afronta su nueva situación de prestigio con un desafío complicado, abordar la investigación de busca y captura del terrorista Osama Bin Laden. Una operación delicada pues fue llevada con una buena dosis de secretismo y hace referencia a un pasado muy reciente. 

Hay que matizar que cuando Bigelow comenzó con la producción de esta película, la noticia del asalto a la residencia de Bin Laden aún estaba por ocurrir. Es decir, en un principio Zero Dark Thirty iba a ser la historia de una obsesión sin resolver, sin clímax final. Sin embargo, los acontecimientos reales cambiaron el rumbo del relato. Y esa escena del asalto recuerda a las secuencias de acción de Aliens (Cameron, 1986), aquella película que casualmente dirigió el marido de Bigelow.

Después de 150 minutos vibrantes de intriga y acción, Zero Dark Thirty se desmarca con un plano final difícil de predecir. En él, el rostro de Jessica Chastain - dando vida a Maya, el personaje que vertebra toda la investigación, subida a un avión que no sabemos dónde podría llevarla (entendemos que completada con éxito su misión, quizá querría volver a casa)-, se empapa de lágrimas. ¿Alivio, felicidad, angustia, miedo?

Una imagen muy parecida sucede en la segunda temporada de Homeland, la serie de televisión de Showtime, con la que Zero Dark Thirty guarda muchos puntos en común. Aunque a diferencia de la película de Bigelow, Homeland no pretende hacer Historia. Zero Dark Thirty tiene un hándicap insalvable. Es una película y jamás se despega de esa condición. Podemos discutir en términos de cómo está tratada la ficción, pero no cabe duda de que se trata de una ficción. Basada en acontecimientos reales y con inquietud realista, sí, pero ficción. La pregunta que surge entonces es necesaria, ¿puede una película funcionar como documento histórico? 

Maya, el personaje central de Zero Dark Thirty, aspira a reflejar el espíritu de los Estados Unidos y todo aquello que les ha llevado a ser la primera potencia del mundo, tal y como muestra una de las escenas del film, en la que vemos como la sombra de Maya se proyecta sobre una bandera estadounidense en un despacho de la CIA. Maya es talentosa, insobornable, trabajadora y jamás se rinde. Difícil reto para Jessica Chastain, que aunque cumple con un trabajo solvente, no puede ocultar que el personaje ha sido dibujado con brocha gorda, de manera tosca y poco sutil.

Otro de los hechos sorprendentes de la película es que Maya no se mueve exclusivamente por motivos profesionales, también hay un factor venganza que deja patente en varias conversaciones con sus compañeros. Además Maya es retratada como una mujer adicta al trabajo, sin familia o amigos, y en ningún momento se nos muestra su hogar. Quizá con su misión completada, ya no haya un hogar al que regresar, y de ahí el desamparo y las lágrimas del plano final. 



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