"Hasta las mejores pistas llevan solo a otras pistas"
Es el caso sin resolver por antonomasia. El comportamiento violento y destructivo de un loco que nunca ha sido atrapado; el escurridizo asesino de los mensajes cifrados que aterrorizó a la nación, el Jack el Destripador norteamericano. Se responsabilizó públicamente de 13 víctimas, luego de más, dos docenas más. La policía le atribuyó siete, cinco muertos. Puede que nunca se sepa el auténtico número de muertos. Una cosa es cierta: ese número incluye a los vivos.Basado en la historia real de un asesino en serie que aterrorizó al área de la Bahía de San Francisco y se burló de las autoridades en cuatro jurisdicciones con sus claves y sus cartas durante décadas. Dar caza al cazador se convertiría en una obsesión para cuatro hombres, una obsesión que los convertiría en fantasmas de lo que eran antes, sus vidas construidas y destruidas por el innumerable rastro de pistas del asesino.
Desde que en 1995 David Fincher estrenara, la que aun hoy sigue siendo su mejor aportación al cine, Se7en, no hay estreno en el que su nombre figure que no provoque expectación, como mínimo entre los los aficionados a la gran pantalla. Por eso hablar de Zodiac como una de las películas mas esperadas del año no es aparentemente exagerado. Aparentemente. Desde la óptica del crítico mas sesudo Zodiac da mucho, muchísimo juego, porque es la película menos adornada del fascinante creador, reconocido por él mismo: “Es la película menos adornada que he realizado. Es sólo gente hablando, y es duro hacer comprender a la audiencia que deben prestar atención. […]"
Se han escrito páginas y páginas de las virtudes varias del cineasta aplicadas a su último trabajo. Fincher no da lugar a la improvisación con su milimétrica planificación al detalle, tan minucioso en la exposición cronológica de los hechos y las fechas como respetuoso con el material que se trae entre manos, mérito de James Vanderbilt. Mérito porque ha adaptado un texto complicadísimo que no permite la mas mínima implicación personal en la obra, y encuentra además entre la negruzca ciudad de San Francisco de los años 70 un recoveco de humor, es minimalista pero vital y sirve para que el espectador tenga donde aferrarse y no caer en el mas absoluto desaliento.
Tras las casi tres horas que impone Zodiac (incluida la lectura blanco sobre negro final, mientras suena de fondo el Hurdy Gurdy Man de Donovan) no hay un solo momento para la conmoción, no hay momento para el aplauso. La primera impresión es decepcionante. Es un thriller, sí, pero en las antípodas de Se7en. En los 90 utilizó a dos estrellas del momento, Morgan Freeman y Brad Pitt, aquí sin embargo se ha decantado por un cuarteto de actores de segunda línea, que lejos de pasar desadvertidos forman un reparto coral de muy buen nivel, Jake Gyllenhaal, Mark Ruffalo, Anthony Edwards y un soberbio Downey Jr. La segunda impresión es ya de sorpresa, no se puede negar la valentía de Fincher para enfrentarse a los detractores que lo acusaban de ultramoderno y efecticista.
La mejor victoria del director no es el fiel retrato de la obsesión del protagonista, sino cómo tras un segundo visionado (imprescindible) consigue traspasar esa sensación regresiva, torturadora, obsesiva de -durante los 150 minutos largos que dura el metraje-, compartir la raíz del sufrimiento y de la pasión que ponen cada uno de los personajes que en el fondo son solo partes constituyentes en favor de un todo. El espectador.
La mejor victoria del director no es el fiel retrato de la obsesión del protagonista, sino cómo tras un segundo visionado (imprescindible) consigue traspasar esa sensación regresiva, torturadora, obsesiva de -durante los 150 minutos largos que dura el metraje-, compartir la raíz del sufrimiento y de la pasión que ponen cada uno de los personajes que en el fondo son solo partes constituyentes en favor de un todo. El espectador.