10.- Un tipo serio (Hnos. Coen)
El tebeo de un suburbio del Minneapolis de finales de los 60, con el que los Coen presumiblemente se identifican y que describen con un cinismo recargado. (...) El corte a negro final más seco, fino y devastador del año. La confirmación de que los Coen pueden hacer lo que les venga en gana y se están quedando con nosotros. Porque un tornado va a llevarse por delante a nuestros protagonistas. El dedo de Dios apuntando a la gris cabezota de Larry Gopnik, que solo pretendía ser A Serious Man.
8.- Señales del futuro (Alex Proyas)
Luego dirán que no me arriesgo. Para los amantes del sci-fi, Señales del futuro no es un producto olvidable, y no lo es porque Alex Proyas rueda con la eficacia y la marca de un Alfonso Cuarón o de un Spielberg. Encajando magníficas set pieces dentro de un total de intriga y misterio en favor del género fantástico. Protagonizada por Nicolas Cage, el actor más torpe, esquivamente torpe, de toda una generación. Es decir, un icono.
7.- Nine (Rob Marshall)
Un espectáculo plenamente disfrutable. Penélope Cruz y Kate Hudson contrarrestan con frescura y espontaneidad. Marion Cotillard está sobresaliente en Nine, una película que pedía a gritos una estrella que diese réplica a la presencia arrolladora e imponente de Daniel Day Lewis. Una sofisticada y lujosa adaptación de la obra de Broadway.
5.- Donde viven los monstruos (Spike Jonze)
Un texto fantástico, una obra sobre la infancia, sobre los monstruos del armario, una obra que nos habla de nuestros niños, no de esos mocosos que nos arruinan el parquet, no de los que tenemos o vayamos a tener, sino de los que llevamos por dentro. Y nunca entra en la ñoñería, es inteligente siempre y cruel a veces. (...) El diseño de los monstruos es una gozada de la técnica, sus movimientos y sus facciones se ajustan a la perfección a la sutileza de las voces que esconden. (...) Es una miniatura fabulosa. Una joya rara y conmovedora.
4.- Los abrazos rotos (Pedro Almodóvar)
El director manchego se mueve ya en otra esfera, la de la genialidad domada, y desde ahí arriba (casi) todo parece intocable. (...) La puesta en escena es magistral y nos regala un par secuencias memorables, a elegir, entre la revelación de una infidelidad a través de la lectora de labios, los encuentros apasionados entre Penélope y Homar, o la forzada agitación sexual bajo sábanas blancas que ya quisiera para sí el mejor Rossellini. (...) Oda de amor ciego a su actriz, Penélope.
3.- Inglorious Basterds (Quentin Tarantino)
7.- Nine (Rob Marshall)
Un espectáculo plenamente disfrutable. Penélope Cruz y Kate Hudson contrarrestan con frescura y espontaneidad. Marion Cotillard está sobresaliente en Nine, una película que pedía a gritos una estrella que diese réplica a la presencia arrolladora e imponente de Daniel Day Lewis. Una sofisticada y lujosa adaptación de la obra de Broadway.
6.- (500) Days of Summer (Marc Webb)
¿Una comedia romántica sobre lo que NO es el amor? (500) Days of Summer es una rareza de esas que de vez en cuando nos regala la industria norteamericana. Imperdible y necesario vuelco al género, con una realización fresca, imaginativa y moderna, en la línea de Sofia Coppola o Spike Jonze. La pareja protagonista (Joseph Gordon-Levitt y Zooey Deschanel) gasta un feeling sorprendente. Especial atención a la mejor pantalla partida que se ha usado en un tiempo: los títulos de crédito iniciales. Madera de clásico.
5.- Donde viven los monstruos (Spike Jonze)
Un texto fantástico, una obra sobre la infancia, sobre los monstruos del armario, una obra que nos habla de nuestros niños, no de esos mocosos que nos arruinan el parquet, no de los que tenemos o vayamos a tener, sino de los que llevamos por dentro. Y nunca entra en la ñoñería, es inteligente siempre y cruel a veces. (...) El diseño de los monstruos es una gozada de la técnica, sus movimientos y sus facciones se ajustan a la perfección a la sutileza de las voces que esconden. (...) Es una miniatura fabulosa. Una joya rara y conmovedora.
4.- Los abrazos rotos (Pedro Almodóvar)
El director manchego se mueve ya en otra esfera, la de la genialidad domada, y desde ahí arriba (casi) todo parece intocable. (...) La puesta en escena es magistral y nos regala un par secuencias memorables, a elegir, entre la revelación de una infidelidad a través de la lectora de labios, los encuentros apasionados entre Penélope y Homar, o la forzada agitación sexual bajo sábanas blancas que ya quisiera para sí el mejor Rossellini. (...) Oda de amor ciego a su actriz, Penélope.
3.- Inglorious Basterds (Quentin Tarantino)
Tanto el personaje del coronel nazi Hans Landa (magnífico Christoph Waltz) como la escena brutal que abarca todo el primer capítulo se encuentran entre lo mejor escrito (e interpretado), planificado (y rodado) de la carrera de Tarantino. Christoph Waltz está memorable en la piel del coronel Hans Landa, va y viene, sube y baja, cambia de tono y cambia de registro. (...) Inglorious Bastards funciona de maravilla en sus momentos de lirismo.
2.- El secreto de sus ojos (Juan José Campanella)
La genialidad de El secreto de sus ojos desdobla la personalidad del cineasta, para encontrarse con Wong Kar-Wai o Park Chan-Wook. Los encuadres, la cámara que persigue y atosiga a la acción, el gusto por el detalle. (...) Un guión magnífico no necesita encerrarse en un género. Las líneas de diálogo parecen escupidas con vicio y tango por cada uno de los espléndidos actores. (...) Campanella nos regala el momento de cine más espectacular y memorable del año, un majestuoso plano-secuencia que parte desde la luna de Avellaneda para desembocar en una vibrante y eléctrica persecución en el estadio de fútbol del Racing.
La genialidad de El secreto de sus ojos desdobla la personalidad del cineasta, para encontrarse con Wong Kar-Wai o Park Chan-Wook. Los encuadres, la cámara que persigue y atosiga a la acción, el gusto por el detalle. (...) Un guión magnífico no necesita encerrarse en un género. Las líneas de diálogo parecen escupidas con vicio y tango por cada uno de los espléndidos actores. (...) Campanella nos regala el momento de cine más espectacular y memorable del año, un majestuoso plano-secuencia que parte desde la luna de Avellaneda para desembocar en una vibrante y eléctrica persecución en el estadio de fútbol del Racing.
1.- Antichrist (Lars von Trier)
Exorcismo en una sala oscura. Por fin, el genial (y difícil) talento de Von Trier abraza la excelencia técnica. Conserva sus rasgos habituales de puesta en escena pero demuestra una sabia evolución. La intensidad del drama se levanta sobre ese tour de force interpretativo tan contundente como excepcional. Impresionante trabajo de Charlotte Gainsbourg, desgarradora. Obra maestra descomunal.