El lado oscuro de John Lasseter
En una época en la que todos los elogios del cine de animación van para John Lasseter, fundador y director de los estudios Disney Pixar, acuñado nuevo Walt Disney, descubrimos que también el señor Lasseter tiene una mancha negra en su historial. Chris Sanders y Dean DeBlois pertenecían a la nómina de directores de Disney (fueron los responsables de Lilo & Stich) cuando Lasseter los despidió con su amable sonrisa, y ambos llegaron rebotados a la competencia de Disney Pixar, la productora DreamWorks.
Pocos años después, Sanders y DeBlois han logrado un éxito terrible con su segunda película, una producción de 165 mill. de dólares de presupuesto que ha triplicado sus beneficios recaudando unos 500 mill.
Una película interesante, a pesar de que el grueso de la historia es absolutamente convencional, que alberga varias lecturas e interpretaciones algo bizarras. El rechazo padre-hijo. El padre es el líder de un poblado de vikingos que tiene que lidiar con una plaga de dragones. Y el hijo es el inadaptado de la manada, un crío al que la sola idea de enfrentarse a un dragón ya le aterroriza.
La presencia femenina queda en un segundo plano, con una joven que cumple el papel del héroe, y que es una excusa para encubrir la verdadera sexualidad (llámenlo sexualidad, llámenlo pasión) del protagonista. Un joven incomprendido que se cruza en el camino de una criatura legendaria, imponente y temible, para acabar intimando con ella. Una bestia de la naturaleza incontrolable que le inspira una ternura encomiable. Las escenas en las que se conocen el joven y el dragón son de lejos lo mejor de la película. La épica envuelve al romanticismo.
El empleo del 3D está justificado en cualquiera de los espectaculares viajes a lomos del dragón. Las voces originales de los protagonistas son muy acertadas y divertidísimas. La canción de los créditos finales es una de mis favoritas para los Oscars de este año. Y todo el film comparte un ritmo sin baches de un nivel notable. Muy entretenida.
La presencia femenina queda en un segundo plano, con una joven que cumple el papel del héroe, y que es una excusa para encubrir la verdadera sexualidad (llámenlo sexualidad, llámenlo pasión) del protagonista. Un joven incomprendido que se cruza en el camino de una criatura legendaria, imponente y temible, para acabar intimando con ella. Una bestia de la naturaleza incontrolable que le inspira una ternura encomiable. Las escenas en las que se conocen el joven y el dragón son de lejos lo mejor de la película. La épica envuelve al romanticismo.
El empleo del 3D está justificado en cualquiera de los espectaculares viajes a lomos del dragón. Las voces originales de los protagonistas son muy acertadas y divertidísimas. La canción de los créditos finales es una de mis favoritas para los Oscars de este año. Y todo el film comparte un ritmo sin baches de un nivel notable. Muy entretenida.