Un cirujano, un tigre y un bisturí
Toma 1. Almodóvar adapta a la torera un texto de Thierry Jonquet. Novela negra, siniestra y francesa. Suena a postre delicioso.
Toma 2. Toledo. Robert Ledgard es un prestigioso cirujano plástico que encierra en casa a una atractiva mujer. Almodóvar pide contención a Banderas. Banderas responde.
Toma 3. Elena Anaya tiene mucha hambre. Quiere merendarse la película. Pero Almodóvar manda callar. Él tiene un buen manojo de puntos de fuga preparados para dar complejidad a su película.
Toma 4. El Doctor Ledgard tiene un pasado muy duro, el pobre. Tan duro que ya no recuerda lo que es odiar o amar. A lo mejor es por eso que La piel que habito no es una película romántica, tampoco es una película terrorífica. No es una película apasionada. Ni tan siquiera sádica o perversa. A decir verdad, para un cineasta que sabe lo que es encontrar la gloria en el exceso, esta es una película muy dispersa y muy poco excesiva.
Toma 5. Un tigre. El auténtico tigre de Canarias. Marisa Paredes da a luz a un tigre subnormal sin sufrir el más mínimo rasguño. Matando la gracia, el salero y el sentido del humor de Almodóvar. El tigre descubre a Elena Anaya encerrada en la fortaleza del Doctor y decide salvarla. A su manera.
Toma 6. Un tipo honesto y noble como Alberto Iglesias le roba a James Newton Howard el violín desgarrador de El Bosque de Shyamalan.
Toma 7. La señorita Anaya también tiene un pasado muy duro. Muy mucho. Por eso se hace un aumento de pecho.
Toma 8. La historia de un cirujano plástico obsesionado por devolver a la vida a su amante requiere la precisión hábil e inquietante de la puesta en cuadro de Hable con ella y no el feo y descuidado trabajo de cámara de Pepi, Luci y Bom. Y muy a mi pesar Almodóvar filma La piel que habito con el pulso tosco de sus primeras películas.
Toma 9. Planazo cenital con Banderas y Paredes sangrando en la moqueta para demostrar quién es el rey.
Toma 10. Fundido a negro y final. Almodóvar es el cineasta más importante que jamás ha parido este país nuestro. Eso no se lo quita nadie. Pero cuando no está de Dios, no está de Dios.