Devoción por Spielberg
Acaba de llegar, y sin embargo parece como si Super 8 ya llevase mucho tiempo con nosotros y ya todo estuviese dicho sobre ella. He de confesar primero de todo que disfruté de la película durante el tiempo que duró la sesión, y que a pesar de que no comparta el entusiasmo general, me parece un trabajo entretenido y divertido, pero que desgraciadamente nunca va más allá de eso.
Producida por Steven Spielberg y dirigida por J. J. Abrams (el creador de Perdidos) Super 8 no esconde en ningún momento su condición de homenaje al cine de ciencia ficción y aventuras que en los años 80 producía la Amblin (sirvan como ejemplo cintas como E.T., Gremlins, Los Goonies o Regreso al Futuro).
Ahora bien, ¿por qué J. J. Abrams se empeña en demostrar que ésta es una película nostálgica a base de martillo? ¿Por qué no deja que su película crezca sola en lugar de llevarla de la mano en cada cruce? ¿Por qué Abrams no deja que su película cruce la calle en rojo ni una sola vez?
Porque en Super 8 Abrams es el padre cargante y machacón que quiere que su hijo juegue con los mismos juguetes que a papá le encantaban de pequeño. Y no puede ser. Eso nunca funciona. Los niños quieren las tonterías que le ven al vecino. Los niños no lloran con las fotos en blanco y negro del álbum de papá.
Tan preocupado estaba Abrams de diseñar la película según dicta el manual que el tito Spielberg le regaló las navidades pasadas, que olvidó que Encuentros en la Tercera Fase y E.T. ya estaban hechas hace mucho tiempo, y con más y mejor criterio. Aunque eso sí, la actuación de la niña Elle Fanning está bien cerca de ser imborrable.
Los nostálgicos de calcetín alto gritarán de emoción al disfrutar de Super 8, pasando por alto que otros realizadores también norteamericanos (por ejemplo, Night Shyamalan, Richard Kelly o Alex Proyas) abordan la ciencia ficción mirando al pasado sin tanto bombo y con un pulso cinematográfico y una puesta en cuadro mucho más reveladora que la de Abrams.
Los nostálgicos de calcetín alto gritarán de emoción al disfrutar de Super 8, pasando por alto que otros realizadores también norteamericanos (por ejemplo, Night Shyamalan, Richard Kelly o Alex Proyas) abordan la ciencia ficción mirando al pasado sin tanto bombo y con un pulso cinematográfico y una puesta en cuadro mucho más reveladora que la de Abrams.
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