Un antifaz y pastillas para dormir
Con Passion, la película que Brian de Palma presentó en el festival de
Venecia del 2012, ocurre que ni ha pasado por la cartelera española ni se la
espera. En estas circunstancias es sensato intentar conseguirla a través de Internet.
Lejos de hacer apología de la piratería lo que realmente quiero es recomendar Passion, a pesar de todas las cosas horribles que tiene, De Palma se quita la vergüenza y filma lo que le da la gana, lo que le apasiona. Es una película fallida (hay
que tener mucho morro para decir tal cosa): desde su mismo título (que invoca a
una emoción poderosísima y preciosa que brilla por su ausencia), hasta el obvio
y cutre homenaje/imitación a Hitchcock (De Palma siempre se ha caracterizado
por venerar al cineasta británico) que hace palidecer la película al lado de
obras mayores con más de medio siglo de antigüedad.
Por esto y por más cosas es una película que fácilmente puede
catalogarse como mala, que tiene una habilidad primorosa para convertir una
situación seria en cómica y desenfadada, o un instante frívolo en algo grave y
pesado. Protagonizada por dos ejecutivas, Noomi Rapace y Rachel McAdams, que se disputan un mismo puesto en la empresa y que desatan envidias, celos y odios; McAdams está especialmente inspirada.
La primera mitad sienta las bases de lo que tenemos delante, un trabajo
de colores precioso (me encanta lo que ha conseguido el director de fotografía
español José Luis Alcaine), y un tratamiento narrativo ridículo. De ahí en
adelante todo es disfrute. Hitchcock se empastilla y en la oficina siempre es
de noche. La luz azul que penetra por las rendijas ilumina las imágenes de ángulos
torcidos, los sueños, los sueños dentro de otros sueños, las melenas rubias,
las morenas, las pelirrojas. Una pantalla partida precede al clímax, para
seguir gozando. La música se pone herrmanniana
y la trama se cierra en bucle para volver a ser imaginada.
–¿Película
mala?
–¿Qué es
eso?
–La he
disfrutado,
–… muchísimo.
Ah, por cierto. Las pastillas eran de pega.