La salsa de tomate
La vida de Adèle ha causado una gran conmoción crítica allá
donde se ha estrenado. Ahora se exhibe en las salas de España con muchas
etiquetas. Etiquetas que ciñen y que aprietan. Un film francés, de amor
lésbico, Palma de Oro en Cannes, polémico y controvertido. Y como si a este
fuego le hiciese falta más leña, tiene una escena de sexo, en la que todo se
ve, de diez minutos de duración.
Siendo una película que filma muy de cerca a la
protagonista, sorprendentemente, en esa escena de sexo tan comentada, el
director Abdellatif Kechiche separa la cámara y rueda muchos planos generales.
Esa decisión resta intensidad al encuentro, lo hace menos erótico, pero más
espectacular, pues no hay por donde hacer trampa. Las chicas trabajaron con
unas prótesis que reproducían sus genitales pero la escena en cuestión está tan
al límite de la pornografía que el director y las actrices están enfrascados en
una pelea pública que amenaza con llegar a los tribunales. Según han afirmado
Adèle Exarchopoulos y Léa Seydoux, el método de Kechiche fue demasiado
autoritario, incluso violento.
En la película, vivimos tan pegados a Adèle (Adèle
Exarchopoulos) –a su boca, a su cuello, a sus caderas, a sus piernas– que
sufrimos con ella una epopeya vital y amorosa que arranca desde la temprana
confusión sexual, y que después da paso a un deseo carnal adolescente hacia una
mujer unos años más mayor que ella –Emma (Léa Seydoux)–, con quien descubre el
sexo lésbico y el romance obsesivo. En la segunda mitad la cinta aborda los
conflictos de la vida en pareja y la separación de un ser al que aún se ama
locamente. Anunciar La vida de Adèle como la mejor película que se ha hecho
sobre el amor lésbico sería faltarle al respeto. Es una gran película sobre el
amor. Punto. Sin apellidos.
Las actrices Adèle Exarchopoulos y Léa Seydoux están
absolutamente asombrosas. No hay con qué medir sus actuaciones porque no
parecen eso, actuaciones. Ellas hacen de esta película un espectáculo doloroso.
El resultado final silencia la polémica. Puede que La vida de Adèle se
beneficie de la controversia que ha despertado, pero su éxito es fruto de una
combinación de talentos indiscutibles que se han aliado mágicamente para
componer una obra muy importante, en la que los diálogos, las situaciones y los
personajes surgen naturales, espontáneos, y te absorben dentro de ella.
Desde aquí, una propuesta íntima al espectador de ésta
película. Juegue a adivinar qué papel tiene la salsa de tomate en La vida de
Adèle. No sé si es la ansiosa manera de comer de Adèle Exarchopoulos o lo
obscena que es la cámara acechando su boca manchada, pero puede que en la salsa
de tomate esté la respuesta a los misterios y dilemas de esta película.