domingo, 16 de noviembre de 2008

Gomorra (2008)

La ley del más débil


Dicen los entendidos (yo ni lo soy, ni me gustaría serlo) en este mundillo de la corrupción y de las mafias que no hay en ellas ni rastro del glamour y la elegancia que nos mostraban las magistrales películas de Coppola y Scorsese, y sí mucha de la sucia y maleante realidad-estercolero que ofrece Roberto Saviano en su novela Gomorra, aquí adaptada al cine. No es un film espéctaculo, en Gomorra hay que entrar con paciencia, con la predisposición de dejarse acongojar por las imágenes cercanas al neorrealismo italiano de Rossellini o Luchino Visconti.

Los tres estamentos de la mafia: sangre, dinero y poder, quedan emparentados en los relatos que se cruzan (no de manera forzada), hacen que sea inútil intentar condensarlos en una sinopsis. No hay historia en Gomorra, todo lo que tenemos son las devastadoras imágenes de la cruel ley callejera, lejos de los despachos. Con el estilo inconfundible del cine de Meirelles a medio camino entre Ciudad de Dios y El jardinero fiel, más cercano al didactismo del documental que al entretenimiento del thriller, con una impactante ejecución de escenas, pero sin embargo nunca cine hipnótico en el que poder sumergirse.

Puede que todo lo que nos narra el director Matteo Garrone sea cierto, puede que nos muestre un fiel reflejo de aquello que ocurre en el "sistema" de la Camorra, pero uno sale del cine con una pregunta que deja un sabor bastante agrio: ¿realmente me interesa lo que me están contando? Pues entonces poco importa la verdad. Aunque sea así de triste.


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