Otro verano en Bon Temps
No encuentro ninguna razón para que os escriba cómo fue la segunda temporada de True Blood. Podría decir que fue terriblemente superior a la primera. Que los personajes que antes parecían completos anormales (Sookie, Jason, Tara, Andy, y prácticamente todos) han evolucionado una barbaridad y ahora están muchísimo mejor definidos. Que los nuevos protagonistas le han dado un vuelco a la trama.
Eric Northman (Alexander Skarsgård) es el sheriff del Área 5 y el dueño del bar de vampiros Fangtasia, un vampiro de unos 1.000 años que intentará seducir a Sookie. Mary Ann Forrester (Michelle Forbes) es la ménade que llega al pueblo para volver locos a todos los habitantes con sus rituales hedonistas. Jessica Hamby (Deborah Ann Woll) es una vampiresa adolescente "creada" por Bill y que tendrá que convivir con Sookie como su hijastra. Esto es lo más parecido a una familia que habrá en Bon Temps.
Lo que ya sabemos. Sookie, la protagonista es una muchacha muy virgen y muy casta, que conoce a Bill, un vampiro muy tradicional y muy conservador, y se enamora de él. Una Anna Paquin que es un caso aparte, con sus dientes separados y su cara de croqueta a punto de ser rebozada. O la adoras o la detestas. Ella es True Blood. Lo quieras o no. Y su enfrentamiento con Mary Ann ya forma parte de la historia de la televisión.
“What are you?”“None of your business”
No encuentro ninguna razón para que os escriba cómo fue la segunda temporada de True Blood. Porque nada importará lo que yo diga. Si no te interesa no la vas a ver. Y si has visto la primera temporada, entonces ya estás perdido. Ya has caído en la tentación. Ya te corre la misma sangre por las venas.