Quentin Tarantino
Terrence Malick
Lars Von Trier
Aquel que dijo eso de que lo difícil no es llegar, sino mantenerse, debía saber muy bien que para mantenerse no vale con dejar que las cosas sigan tal cuál están. Cambiar para que todo siga igual. Podemos distinguir dos tipos de cineastas entre los ya consagrados: aquellos que viven de explotar sus maravillosas rentas y aquellos que se asoman al precipicio para volver a disfrutar del riesgo de caer.
En ésta primera entrega de El artista en el precipicio presentamos tres claros ejemplos del segundo tipo de cineastas. Realizadores que sin renegar de su éxitoso pasado buscan y encuentran el progreso en el riesgo de la transgresión. Quentin Tarantino lo hizo en Death Proof, Terrence Malick en El Nuevo Mundo y Lars Von Trier lo logró en Anticristo. No hay estrellitas para coronar a los tres.
En ésta primera entrega de El artista en el precipicio presentamos tres claros ejemplos del segundo tipo de cineastas. Realizadores que sin renegar de su éxitoso pasado buscan y encuentran el progreso en el riesgo de la transgresión. Quentin Tarantino lo hizo en Death Proof, Terrence Malick en El Nuevo Mundo y Lars Von Trier lo logró en Anticristo. No hay estrellitas para coronar a los tres.
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