Un tarro de melocotones en almíbar
Y qué pasa si mañana llega el fin del mundo. Si una invasión alienígena despliega sus tropas sobre el planeta Tierra. Si los mayas tenían razón con aquello del 2012. ¿Y qué pasa si el fin del mundo nos pilla en calzoncillos y en un pisito de Lavapiés?
En Extraterrestre el fin del mundo se reduce a Julián Villagrán, Michelle Jenner, Raúl Cimas, Carlos Areces y un tarro de melocotones en almíbar. Al menos uno de los cinco está de más. Al menos uno de los cinco viene de otro planeta. No encuentra su lugar. No encaja en el puzzle. Extraterrestre es emocionante porque utiliza un humor casi imposible. El humor de lo cotidiano en la situación inverosímil.
Extraterrestre es una película insólita y extrañísima que toma el camino más difícil para volver a decir 'Te quiero'. En ella Nacho Vigalondo, cineasta y personaje tróspido y genial, resta gravedad a todo lo grave, a todo lo trascendente. La amenaza de una invasión alienígena saca a flote las cosas que realmente nos intimidan. El sexo. La envidia. Los celos. El amor. Probablemente éste sea el futuro de la comedia romántica española.
En Extraterrestre un enorme platillo
volante sobrevuela la ciudad de Madrid y Julio amanece en la cama de Julia como
si ambos fuesen completos desconocidos. No saben nada el uno del otro.
Al caer la noche Julio observa ensimismado en
la pantalla de la televisión cómo duerme Julia. Ella parece una mujer de otra
especie, venida de otro mundo. Lo extraordinario es aquello que duerme en la
habitación de al lado y no el apocalipsis urbano que se ha formado a su
alrededor. De pronto, los extraterrestres nos importan un bledo.