Un aquelarre ridículo y pretencioso
Me cuesta imaginar a alguien
disfrutando con The Lords of Salem,
una propuesta extrema pero que en el fondo se queda en una película
desagradable, ruidosa y aburrida. La historia arranca con un grupo de mujeres
celebrando un aquelarre en torno a un fuego en el Salem (Massachusetts) del
siglo XVII. La siguiente escena nos presenta a Heidi
Hawthorne (Sheri Moon Zombie), una joven mujer que vive en el Salem de la
actualidad. Heidi trabaja como pinchadiscos en un programa radiofónico nocturno
y un día recibe de forma anónima un vinilo que al reproducirse emite una
melodía misteriosa que parece afectar a todas las mujeres del lugar.
The Lords of Salem no deja nada a la imaginación. Es inevitable
tomarse a broma este exorcismo frenético, pero no podemos obviar que Rob Zombie,
en su tremenda ambición (santuario a la Luna de Méliès, incluido) ha
apuntado a algunos nombres potentes y sagrados. Temáticamente, la película está
próxima a La semilla del diablo de
Polanski, mientras que sonora y visualmente aspira a parecerse por momentos al
Kubrick de 2001 o Eyes Wide Shut. Y es en esa pretensión
donde Zombie, aderezado por el genio de Mozart, ha hecho un ridículo espantoso.
A Zombie le gustaría morir con la
etiqueta de cineasta maldito e incomprendido pero no tiene ningún reparo en
usar los trucos más viejos y sobados para asustar al público de la sala oscura,
y en definitiva tampoco siente ningún pudor en aburrirnos soberanamente. Si de
verdad quieres invocar esta noche a Satán búscate una grabación en VHS de
Leticia Sabater en Con mucha marcha y
olvídate de The Lords of Salem.
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