En un pequeño pueblo de Maine, estalla de repente una violenta tormenta que termina tan bruscamente como comenzó. Entonces aparece una espesa niebla que va entrando y atrapando a la gente en sus hogares, supermercados... y va matando a todo aquel que se adentra en su oscuridad.
Como adaptación es mejorable, y más teniendo en cuenta que el adaptado es Stephen King y el adaptador es Frank Darabont (autor de la maravillosamente clásica Cadena Perpetua). Quien haya leído la novela de King -rey del terror- sentirá una decepción no sin justificar. Pero para un desconocedor de la obra del superventas estadounidense, La Niebla es un terror fascinante, por momentos contenido. Tan cercano al cine de serie B y aun conserva la intriga sobrenatural que imprime Night Shyamalan en cada una de sus cintas. Darabont se rodea de un reparto sin estrellas reconocibles, salvo con alguna cara conocida como la de Marcia Gay Harden. Claro que los personajes son predecibles, pero esa debía ser la intención, imitar la tipificación de los estereotipos que se ven en las ya citadas series B. También salen a la luz defectos del director, la impaciencia le impide retener el misterio, y muy pronto muestra lo que la niebla oculta. La plaga de criaturas que descienden a la gran pantalla son de lo más sonrojante.
La sorpresa es cómo una película de ciencia-ficción cercana al terror es capaz de aventurarse en terrenos tan pantanosos del calibre de la naturaleza primitiva del hombre. Y es que lo más peligroso de esa niebla no es lo que oculta sino el efecto cegador que tiene sobre los protagonistas que encerrados en un supermercado -versión actualizada del propio mito de la caverna- se preguntan como niños qué es exactamente el miedo, y qué conocen de él. El final es algo frustrante porque mezcla una sensación esperanzadora con el más caótico desaliento. Se coja por donde se coja, es La niebla un alegato contra la ciencia... y la religión.
jueves, 29 de mayo de 2008
La niebla, de Stephen King (2007)
miércoles, 14 de mayo de 2008
Antes que el diablo sepa que has muerto (2007)
Resultaría sencillo citar todas aquellas películas que han influido en la estructura narrativa de la última obra de Sidney Lumet, y no me refiero a Tarantino (poco o nada tiene que ver su Reservoir Dogs con la presente, diferencias que mas tarde aclararé). Podría hablar de las múltiples virtudes de este Antes que el diablo sepa que has muerto, un elaborado ejercicio de montaje cargado de perspectivismo radical y unas potentes interpretaciones masculinas: la naturalidad innatural en Ethan Hawke, o el monstruo escénico que aguarda en Philip Seymour Hoffman... como también podría hablar de la rehabilitación de Lumet en el género. Pero prefiero obviar el regusto a obraza maestra que deja esta película y encontrar las grietas que le impiden serlo.
1.-La circunstancia no hace al hombre
En la fina línea que separa la persona del personaje, el director queda de un lado lanzando piedras al otro. La persona es la suma del personaje y su circunstancia. La circunstancia por sí sola no hace al personaje, lo determina. He aquí la diferencia con Reservoir Dogs, mientras en el film de Tarantino se utilizan los saltos temporales y la perspectiva para narrar unos hechos desconocidos, en el último trabajo del veterano director de Doce hombres sin piedad, se pretende condicionar a los personajes y justificar sus acciones.
2.-Una pieza en el puzzle
El peligro de jugar con puzzles es que se puede perder una pieza que acaba por estropear el resultado final. Cuanto mas grande sea ese puzzle mayor será el peligro, y éste es enorme. Las piezas que faltan son aquéllas referidas al personaje de Albert Finney, algo desaprovechado, y una pieza fundamental, un final acorde con el resto de la película.
3.-Detrás de las cámaras
A sus 83 años Sidney Lumet es un cineasta controvertido, que combina sus trabajos con grandes éxitos y desilusionantes batacazos, además de sumar en su persona, con su último film, un espíritu postmodernista europeo, por un lado, y por otro, el clasicismo del Hollywood dorado. Ya va siendo hora de decidirse.
Pese a todo, y pese a lo que pueda parecer, Antes que el diablo sepa que has muerto merece, y mucho, la pena -si es que se puede llamar así- de acudir ansioso al cine. Disfrútenla porque no hay nada ni remotamente mejor en cartelera.
jueves, 1 de mayo de 2008
Un año de cine
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