viernes, 18 de febrero de 2011

True Grit (2010)

Lo que hay que tener



True Grit es varias cosas a la vez. Así se titula la novela de Charles Portis que arrastra los pies por un Oeste desmitificado y burlón; y a este nombre atiende la película de Henry Hathaway que le valió un Oscar a John Wayne allá en los años 60. Valor de ley es como los traductores al español zanjaron el asunto tiempo atrás. En realidad, es algo más simple, menos rimbombante, True grit es, sencillamente, "lo que hay que tener". Con dos huevos. (Luis Martínez: Diario El Mundo)

Una cría adolescente e inocente se encara a la muerte de su padre a manos de un bandido, y levantará una enorme polvareda con tal de vengarse. La cría contrata para dar caza al asesino a un Sheriff viejete, tuerto y borrachín, y juntos, aunque a regañadientes, partirán a la aventura. Increíble descubrimiento de Hailee Steinfeld, una niña de 14 años que con una poderosa presencia se echa toda la película a su espalda e iguala en pulso al gran Jeff Bridges. Hailee en su debut está sencillamente de Oscar.

Entre tanta moda del western crepuscular –ya llevan unas cuantas décadas matando el género, Eastwood en Sin Perdón (1992), Peckinpah en Grupo Salvaje (1969), Leone en Hasta que llegó su hora (1968), e incluso si se quiere, hasta Ford en Centauros del desierto (1956) – los hermanos Coen recuperan el Western intrascendente filmado con el mismo ensimismamiento con el que en su día se disfrutaba de este género. Dicen que no es remake sino una readaptación de la novela, lo mismo nos da.

Al contrario que en el film original, el Sheriff Cogburn de Jeff Bridges no cumple su promesa de enterrar a los muertos, dice que aquel hombre debió escoger otra mejor época del año, en la cual el suelo no estuviese tan duro para cavar. John Wayne tenía el cine rendido a sus pies en el film de Henry Hathaway, pero era otro tiempo, los mitos eran incuestionables, y se regían por otro tipo de código moral. Los tiempos han cambiado, ahora corren vientos helados para el cine, y no es tiempo de ponerse a cavar. Es buena noche para salir a cazar.


No obstante, el Charles Portis de True Grit no tiene ni la sustancia ni la miga del Cormac McCarthy de No Country for Old Men. El nuevo True Grit está basado en un western mediocre, y eso se acaba traduciendo en ciertos problemas de guión. El acto final queda lejos de lo que cabría esperar, y se aprecia un notorio cambio de tono, cuando la aventura se levanta en vuelo lírico. Galopada y sacrificio. No es buena noche para salir a contemplar el cielo estrellado.

Y sin embargo, la realización de los Coen es tan brillante como de costumbre, y logran de nuevo su más preciada distinción, imponer su propio y particular ritmo a un relato que ya conoce otras pieles, una literaria en 1968 y otra cinematográfica en 1969. Los Coen como un árbol anciano, trabajan su fruto, y éste, con el paso del tiempo, cae bien maduro a tierra firme.


4 comentarios:

Trecce dijo...

Ellos saben de qué va.
Me recuerda mucho a su forma de hacer y contar en Fargo.

Víctor E. Blanco dijo...

te imagino disfrutando a lo grande con esta película

has visto la original?

Trecce dijo...

La he visto y te diré que esta de los Coen me recuerda más a Sin perdón que a la de Henry Hathaway, quizá por ese tan cacareado tono crepuscular.

el caballero de la triste figura dijo...

Me sobran estrellas aquí Víctor XD

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