Por qué me gustan las películas de Terrence Malick
Mientras escuchamos en boca de
los agoreros aquello de la muerte del cine, las películas de Terrence Malick, con todos
sus defectos, que los tienen, y El árbol de la vida y To the wonder dan cuenta
de ello, ponen de nuevo el cine en pañales y lo dejan gateando. Nadie antes había
planeado proyectos de esta talla y tampoco nadie había filmado antes con esta
gracia tan particular.
Malick cada año le tiene menos miedo a los productores o a los datos de taquilla, y cada año es más
experimental, tanto que no es difícil encontrar un texto que enmarque To the
wonder fuera de los límites de la narrativa. Esa es una muestra de lo mucho que
desafía esta película, quizá fallida (quién sabe), las convenciones y los
lugares comunes de gran parte del cine que se estrena estos años.
To the wonder es pretenciosa, empalagosa, reiterativa, pesada y ridícula, pero Malick es un narrador, y como narrador arriesga, experimenta, a veces fracasa, ama su profesión y se ama a sí mismo. Su cine es
narrativo porque cuenta y transmite emociones y desentraña algunos de los misterios más recónditos de nuestra existencia. Y todo lo hace desde su estilo desafiante, provocador, ambicioso, raro y loco.