Como una cerilla que se ahoga en la piscina
Anoche embutido en mi aburrimiento decidí saldar una tarea
que tenía pendiente desde hace algún tiempo. Anoche vi el episodio piloto de Breaking Bad. Quizá fue por el simple hecho de que me ilusiono con facilidad o quizá sencillamente porque consiguió sacarme con una sonora bofetada de mi aburrimiento, pero el caso es que sentí un entusiasmo enorme hacia esta serie.
Los comienzos en una serie nunca son fáciles. Los personajes
nos son ajenos y extraños. Los escenarios nos resultan lejanos y distantes. Los
actores todavía no se encuentran cómodos. Y nadie, ni los espectadores ni los
responsables de la serie, saben a ciencia cierta cuál será el futuro de su
trabajo, de tal modo que lo común y lo habitual es andar con pies de plomo.
Sin embargo nada de esto sucede con el episodio inicial de Breaking Bad. La serie de AMC entra a
saco desde el primer minuto. Con la precisión y la contundencia propia de una
obra que va a ser exhibida en la pantalla gigantesca de un cine. Con la luz y
la cámara de John Toll, el operador de maravillas como Braveheart (Gibson, 1995) o La
delgada línea roja (Malick, 1998). Y con un actor perfectamente consciente de que va a hacer algo muy grande. Con esa mirada triste y cobarde a la vez que valiente y decidida.
La historia de este episodio piloto es la tragedia de un
hombre corriente ante su destino. Suena a Grecia clásica pero no hay nada
ampuloso. Walter White es un profesor de química al que diagnostican cáncer de
pulmón terminal inoperable. Le restan dos años de vida y en ese tiempo planea
dejar una enorme herencia a su mujer embarazada y a su hijo retrasado para que
puedan vivir cómodamente cuando él no esté. La idea es fabricar metanfetaminas
con la ayuda de sus conocimientos de química y de un exalumno camello.
A partir de ahí ya llega la mujer del vestido verde, la
mancha de mostaza en la bata del doctor y la cerilla que se ahoga en la
piscina. Si como yo aún queda algún rezagado que no haya dado una
oportunidad a esta serie, éste es el momento. Ya solo el episodio uno merece la
pena. 46 minutos que recomiendo ver y escuchar en alta definición, para
disfrutar completamente.
Siento haber tardado tanto en entrar en Breaking Bad, pero ahora que estoy dentro prometo que no me van a sacar ni a tortas.
4 comentarios:
El capítulo es alucinante. Tienes razón, para ser un piloto no había visto nada tan brutal como el primero de Perdidos (o el primero de Gominolas).
Ciertamente Breaking Bad es una serie espectacular que parece cine, de hecho según vayas viendo capitulos parece una película inmensa que se va a dividir en 5 temporadas de capítulos. Pero como todas las películas tienen sus momentos de tedio, de resolver nudos de acción que apenas tienen interés, pasar esos capítulos es complicado, pero merece la pena porque sabes que llegarán a su climax con otros momentos y capítulos soberbios.
Ya me contarás.
Gracias por incitarme a ver la serie, de momento me sigue volviendo loco.
Ya estoy enganchado
fdo: Javi
Lógico. ¿Cuánto has visto?
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