domingo, 8 de julio de 2012

El Piloto de 'Breaking Bad'

Como una cerilla que se ahoga en la piscina


Anoche embutido en mi aburrimiento decidí saldar una tarea que tenía pendiente desde hace algún tiempo. Anoche vi el episodio piloto de Breaking Bad. Quizá fue por el simple hecho de que me ilusiono con facilidad o quizá sencillamente porque consiguió sacarme con una sonora bofetada de mi aburrimiento, pero el caso es que sentí un entusiasmo enorme hacia esta serie.

Los comienzos en una serie nunca son fáciles. Los personajes nos son ajenos y extraños. Los escenarios nos resultan lejanos y distantes. Los actores todavía no se encuentran cómodos. Y nadie, ni los espectadores ni los responsables de la serie, saben a ciencia cierta cuál será el futuro de su trabajo, de tal modo que lo común y lo habitual es andar con pies de plomo.

Sin embargo nada de esto sucede con el episodio inicial de Breaking Bad. La serie de AMC entra a saco desde el primer minuto. Con la precisión y la contundencia propia de una obra que va a ser exhibida en la pantalla gigantesca de un cine. Con la luz y la cámara de John Toll, el operador de maravillas como Braveheart (Gibson, 1995) o La delgada línea roja (Malick, 1998). Y con un actor perfectamente consciente de que va a hacer algo muy grande. Con esa mirada triste y cobarde a la vez que valiente y decidida.

La historia de este episodio piloto es la tragedia de un hombre corriente ante su destino. Suena a Grecia clásica pero no hay nada ampuloso. Walter White es un profesor de química al que diagnostican cáncer de pulmón terminal inoperable. Le restan dos años de vida y en ese tiempo planea dejar una enorme herencia a su mujer embarazada y a su hijo retrasado para que puedan vivir cómodamente cuando él no esté. La idea es fabricar metanfetaminas con la ayuda de sus conocimientos de química y de un exalumno camello. 

A partir de ahí ya llega la mujer del vestido verde, la mancha de mostaza en la bata del doctor y la cerilla que se ahoga en la piscina. Si como yo aún queda algún rezagado que no haya dado una oportunidad a esta serie, éste es el momento. Ya solo el episodio uno merece la pena. 46 minutos que recomiendo ver y escuchar en alta definición, para disfrutar completamente.

Siento haber tardado tanto en entrar en Breaking Bad, pero ahora que estoy dentro prometo que no me van a sacar ni a tortas.

4 comentarios:

Luiscar dijo...

El capítulo es alucinante. Tienes razón, para ser un piloto no había visto nada tan brutal como el primero de Perdidos (o el primero de Gominolas).

Ciertamente Breaking Bad es una serie espectacular que parece cine, de hecho según vayas viendo capitulos parece una película inmensa que se va a dividir en 5 temporadas de capítulos. Pero como todas las películas tienen sus momentos de tedio, de resolver nudos de acción que apenas tienen interés, pasar esos capítulos es complicado, pero merece la pena porque sabes que llegarán a su climax con otros momentos y capítulos soberbios.

Ya me contarás.

Víctor E. Blanco dijo...

Gracias por incitarme a ver la serie, de momento me sigue volviendo loco.

Vellido dijo...

Ya estoy enganchado


fdo: Javi

Víctor E. Blanco dijo...

Lógico. ¿Cuánto has visto?

El hilo invisible (2017)

Para el chico hambriento El artista como loco déspota, la moda como vehículo de apariencias y el amor como enfermedad. ‘Phantom Th...